EL CAMINO DE LA LUZ
Desde tu palabra, salí y sigo saliendo, ahora mismo,
vengo de la fuente, la más
lamás diáfana, de lo profundo de la tierra.
Tu palabra la fuente de mi ser soy yo, el lodo
tocado - acaso quemado - por la llama de tu aliento;
la vida, en el calor de tu verbo, se animó mi tierra
y me levanté sobre la firmeza de los pies.
Mis ojos se abrieron, como luciérnagas en medio de
la noche, sobre el caos.
De repente, el resplandor envolvio todo mi mundo con
su cuerpo luminoso.
Miré, a lo alto, y me encontré una luz, un amanecer,
un día,
¡Una hermosura inexplicable!
¡Una estética primigenia!
y una ráfaga me beso la frente.
Y una ilusión, un espejismo se anidó en mi mente.
y una voz escuché, de repente, de traidora tentación.
Y la voz me decía que puedo ser como tu palabra,
como tu llamada, como tu aliento,
dejé mi ser,
qué quimera!
Y caí, en la mas profunda levedad del no ser- para
siempre, la nada.
Y caí en la desnudez, mi pobreza, Y sentí, la vergüenza
de ser nada sin tu aliento, pero lo reconocí cuando de
nuevo una voz, la tuya, tocó mi corazón con su llamada,
a la hora de la brisa, reconocí: por mí mismo perdí el
paraíso del ser en plenitud.
Ahora, tengo, que recorrer el camino de mi destino;
desde el vacío a la integridad, desde la nada a la plenitud
de la palabra, de tu vida y de la luz.
Yhatata
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