Rastreo una belleza sin desembocadura, hontanar jubiloso de diáfana corriente, belleza despojada de bruma y vestidura, en cristalina, tersa desnudez inminente,
que fluya como río, como marea insista, en silencio de nubes, en suavidad de arenas, y camine en mi vida con ardor de exorcista conjurando las sombras que danzan en mis venas.
Brevería Nº 1160
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Poemas
Mis ideas, y las tuyas
Tengo ideas de luz, cristal y brisa, pero también de oscuridad, de sangre. Las formulo sin miedo, sin recato, a quien quiera escucharme. Soy como soy, no espero que me acepten, ni me importa en verdad que me rechacen, las gentes timoratas que de sus ciegas madrigueras salen únicamente al aire de otras voces que no lleven un ritmo disonante. ¿Quién necesita diálogo si exige eco o reflejo de la propia imagen? Lo que debe exigirse no es acuerdo, sino desavenencia, opción, contraste. A quien me exponga ideas que yo tenga le diré que no me hable. Quiero aprender lo que no sé, y si acaso me pareciera absurdo o petulante, seré cortés, mas firme, en la disputa; debátanme si quieren, no declamen.
Si acaso vienes por caminos de oro con devoción de amante, mis ideas de luz, cristal y brisa saldrán a acariciarte, aspirando a las tuyas, que confieran a mis carencias actos y mensajes de nuevo cuño. Somos ruedas ambos distintas, pero en íntimo engranaje. Tu corazón, tu piel y tu cerebro no duplican los míos, si adaptables. Encajan uno en otro, en integral, compenetrada carne. Hablemos en palabras, en sudores, en júbilo y dolor; que nos estalle cada fuerza vital que en ambos vibra, en espontaneidad de voluntades.
Los Angeles, 4 de febrero de 2011
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