Ella, sin yo saberlo, quiso tocarme un día. Era su mano blanca, tímida, temblorosa, mano que, como un rayo de luz, se encendería al contacto más leve. La tarde, nebulosa,
con olores a hierba cortada, y a retama, íbase diluyendo. Llegamos al postigo de su casa. Me dijo: ¿Sabes que hay un programa de música a las nueve? ¿Quieres verlo conmigo?
Y en el salón desierto, ofrecimiento y acto, me descubrió misterios que ignoraba mi tacto.
Brevería Nº 2026, de FAH
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Mano de obra
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A tareas de amor me comprometo por el solo placer de su ejercicio; no aspiro a dignidad ni beneficio, y al gozo, única norma, me someto.
Trabajo a domicilio, soy discreto, y la satisfacción es mi servicio; mi propuesta no exige sacrificio, pero requiere espíritu y respeto.
Doy preferencia a remodelaciones, sin rechazar recientes construcciones, pero aquéllas serán prioridad.
Si la tarea, de índole amatoria, no resultara asaz satisfactoria, se hará de nuevo. Aval de calidad.
Los Angeles, 21 de abril de 2010
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Soneto Nº 2359 de FAH
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