Solidaridad
Ps. Diego Arbeláez
"Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; y afligí con ayuno mi alma, y mi oración se volvía a mi seno". (Salmo 35:13)
No hay nadie tan limitado, tan pobre, ni tan débil que no pueda contribuir, aunque poco, a la solución de los grandes problemas que afrontamos, ya sean espirituales o económicos. Pensemos que el bien de la comunidad es nuestro propio bien. Nadie diga: "Solo tengo mi propia alma que salvar", pues uno de los medios de salvarse así mismo está precisamente en trabajar en la salvación de los demás.Cierto hombre, que se hallaba de excursión por las montañas, fue sorprendido por una tormenta de nieve y en poco tiempo se extravió. Como no estaba vestido para resistir los rigores del tiempo, sabía que tenía que encontrar refugio rápidamente o de lo contrario moriría congelado. A pesar de todos sus esfuerzos, el tiempo transcurrió y se le entumecieron los pies y las manos. Sabía que su vida pendía de un hilo.
Fue entonces cuando tropezó literalmente, con un hombre que estaba casi congelado, a punto de morir. El caminante tenía que tomar una decisión: Seguir adelante con la esperanza de salvar su propia vida, o quedarse y tratar de salvar al otro hombre.
En un instante tomó la decisión y se quitó los guantes. Se arrodilló junto al hombre y comenzó a darle masajes en las manos y los pies. El hombre respondió al tratamiento, y pudieron seguir adelante juntos hasta encontrar ayuda.
A este héroe se le informó después que ayudando al otro se había ayudado a sí mismo. El entumecimiento que le había invadido los miembros desapareció mientras le daba masajes al extraño. Buscando el bien de su semejante encontró el propio. Cada rayo de luz que derramamos sobre los demás se refleja sobre nosotros mismos. "Si das la luz para encender la vida de tu hermano, en ti brillará más esplendorosa", dijo un sabio. Toda palabra bondadosa y compasiva que se diga a los angustiados, todo acto que tienda a aliviar a los oprimidos y toda dádiva que se otorgue a los necesitados, si son impulsados por motivos sanos, resultarán en bendiciones para el dador.En la época de la gran persecución de los judíos por los nazis. Ordenaron en un pueblo que todos los judíos usaran una estrella en la solapa del saco. Comprendiendo los habitantes no judíos que se trataba de una medida de discriminación de los alemanes, al siguiente día todos usaron la estrella en la solapa del saco. De esta manera salvaron la vida de miles de judíos que lograron escapar antes que fueran plenamente identificados.
Si usted no ha sentido a menudo la alegría de hacer una obra buena, ha sido negligente... sobre todo, consigo mismo porque tarde o temprano esa falta de interés por los demás se volverá en contra suya, tal es la idea de este cometario que alguien hizo. Es muy común pero vale la pena recordarlo pues nos ofrece una solemne advertencia: "En Alemania persiguieron primero a los comunistas y no protesté porque no era comunista. Luego a los judíos y no protesté porque yo no era judío. A continuación a los sindicalistas. Seguí indiferente porque yo no era sindicalista, después hostigaron a los católicos. No hice nada porque yo tampoco era católico. Por último me persiguieron a mí, y entonces, ya no quedaba nadie que alzara la voz por mí".
En toda comunidad hay trabajo que hacer. En toda nación hay heridas que curar. Y en todo corazón está el poder para hacerlo.
Si usted tiene un regalo, no lo esconda. Si tiene una canción, cántela. Si es talentoso, demuéstrelo. Si tiene felicidad, compártala. Todos tenemos algo que podemos dar. Todos tenemos canciones para cantar. Todos tenemos talentos por desarrollar, optimismo y entusiasmo que podemos compartir. Todos tenemos amor y alegría que podemos dar. Hemos venido a este mundo como hermanos: caminemos, pues, dándonos la mano y uno delante de otro.
"Padre celestial éste es mi ruego: Que el dolor ajeno lo sienta como mío. Que ante alguien que aparezca enfermo o víctima de accidente, me ponga mentalmente en ese difícil lugar para que pueda providenciar el posible socorro. Que el egoísmo no me frene para aligerar las cargas de los demás. Que ninguno de mis oyentes piense que ha sido creado para sí solo. Que terminen los tiempos de soledad y empiecen los tiempos de la solidaridad. En el nombre de Jesús te lo ruego".
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