Riqueza Inútil

"Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os
tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también
estéis"
 (Juan 14:3).

Juan era un empleado pobre, sirviendo a un rico médico en
Londres, Inglaterra. El patrón de Joan amaba al Señor Jesus
y frecuentemente hacía reuniones de la iglesia en la grande
sala de estar de su casa. En una de esas reuniones, el
médico habló sobre la segunda venida de Jesus para llevar
para los Cielos todos aquéllos que creen en Su nombre. Todos
los demás, dijo él, serían dejados atrás.

Despues el
cierre de la reunión, el médico habló para su empleado:
"bien Juan, quiero  decirle que si Jesus vuelve antes de  que yo
muera, no necesitaré  más nada de lo que poseo. Iré con Él
para las mansiones celestiales y usted puede quedarse con mi
casa y todo mí dinero." Tal oferta sorprendió a Juan. Él
solamente tartamudeó, gracias. En aquella noche él no
consiguió dormir. Pasó la noche pensando en el motivo por el
cual su patrón  le había  ofrecido toda aquella riqueza. De
repente él medito: "¿Por qué  yo deberia querer

una casa
amueblada, un coche, caballos, y dinero después de la venida  del Señor? ¡Sería terrible ser dejado atrás, mismo con
todos aquellos bártulos!" Él no consiguió aguantar más
aquellos pensamientos. se levantó rápido de su cama, corrió
por el pasillo y toco la puerta del cuarto de su patrón.
"que hubo, Juan," preguntó el médico." "Por favor,
señor," dijo Juan, "yo no quiero su

 casa después de la
venida del Señor, ni su coche, o caballos, o dinero." "Bien,
Juan, ¿qué usted quiere?" "OH señor, yo quiero estar presente
cuando el Señor venga, ire con Él para el Cielo. Allí mismo,
en el cuarto del patrón, Juan recibió el Salvador en su
corazón.

Como están engañados aquéllos que pasan todo la vida
ahorrando fortunas y riquezas juzgando que están
construyendo el castillo de su felicidad. Cuanto más tienen,
más quieren. Creen que la felicidad aumentará de acuerdo con
el crecimiento del saldo bancario. ¡Pura ilusión!

Todo pasa rápidamente, incluso la felicidad basada en cosas
materiales. Desaparecerá en el exacto momento en que la
riqueza también desaparecer. Cuando el Señor vuelva para
buscar sus hijos, no llevaremos nada, ni dinero y ni
escrituras de compra y venta. Todo se quedará aquí, sin
ningún provecho. Y lo más triste del que deja la riqueza en
éste mundo es quedar aquí con ella, sin la felicidad del
porvenir y sin las bendiciones maravillosas de Dios.

Paulo Barbosa
Un ciego en el Internet