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De: \קяîи¢є§îtα x  (Mensaje original) Enviado: 01/01/2011 16:18
Soy la típica venezolana. Trigueña, de estatura mediana, ojos grandes, labios carnosos, cabellos negros y lacios, mis pechos son de talla mediana pero firmes y según mi marido lo mejor de mi cuerpo a mis 30 años son mis caderas anchas, nalgas hermosas y respingadas y piernas atléticas. Hija de una familia campesina muy conservadora, llegué virgen a mi matrimonio y fue hasta algunas semanas después de casada que logré experimentar placer sexual.

Mi marido Felipe me inició en el amor sexual, me dejé llevar por sus deseos y aprendí a comprender su naturaleza masculina, así como a conocer y expresar mi sexualidad, deseaba hacerlo feliz, gozar con él todos los placeres y aunque me costó un poco, aprendí todo sobre posiciones, sexo oral, sexo anal, etc. Hoy tenemos diez años de casados y una vida sexual intensa y sin límites.

De vez en cuando Felipe llevaba películas porno, nos excitábamos observando y tratando de practicar lo que mirábamos. El deseaba estar con dos chicas, como en las películas, la idea me atraía y hasta me excitaba pero no sabía cómo reaccionaría llegado el momento real. Jugábamos y nos excitábamos con esa fantasía cuando hacíamos el amor y la oportunidad se presentó durante una fiesta, aprovechando que había una chica francamente embobada con Felipe.

El soñaba con esa aventura pero estuvo hecho un manojo de nervios, nosotras tomamos la iniciativa, nos encendió su timidez, me excitó mucho sentir la presencia de otra chica y sobre todo verla gozar a mi hombre.







Esa experiencia fue una iniciación para ambos, pasamos a un mundo nuevo de placeres. Hicimos una bella amistad con esa chica y obviamente vinieron nuevas ocasiones que fueron mucho mejores para todos. Mi primera experiencia lésbica con ella fue realmente maravillosa, ambas exploramos placeres novedosos y muy sensuales. Así, fuimos aprendiendo a gozar el placer compartido sin comprometer nuestros sentimientos, era solo diversión, una forma de juego y de exaltación erótica para ambos.



Pero como todos los hombres, Felipe deseaba cada vez más y empezó a jugar con la idea de verme follar con otro hombre y eso realmente me asustó. Mi cuerpo no conocía más hombre que él, mi único deseo era ser solamente suya, de él aceptaba lo que fuera; ser poseída, esclavizada, sodomizada, ultrajada, violada, lo que él deseara, pero no me aceptaba entregándome a otro hombre, él era todo para mí y como toda mujer enamorada no deseaba nada más que su amor y entregarme solo a él.

Un sábado por la tarde fuimos invitados a una celebración en el campo, era el aniversario de unos conocidos de la familia y abundaban el asado y los licores de todo tipo. Estando en compañía de Felipe, comía, bailaba y tomaba, sin percatarme que estaba tomando un poco más de la cuenta, eso motivó que Felipe se aproximara y me llevara a bailar, él pudo captar que estaba muy eufórica, romántica y sensual. Se aproximó a mi oído y susurró: Estás tan bella y sexy que te haría el amor ahora mismo. Obviamente ese comentario fue un sutil chispazo de incitación y seducción para mi mente. Le respondí con un larguísimo beso, diciéndole: Lo que tú desees mi amor, puedes hacer lo que quieras conmigo, tu eres mi dueño total… El respondió: Te gustaría disfrutar hoy una sorpresa especial? Te repito; tú eres mi dueño y yo tu esclava… Bailamos un poco más, tomé algunos tragos y finalmente nos retiramos.

En el camino de regreso a casa el sueño me venció y al llegar, tiernamente me condujo hasta nuestra recámara. Delicadamente me quitó la ropa, dejándome acostada con el maquillaje, las joyas, el hilo dental y durmiendo boca abajo. Cerró la puerta y no supe más, quedé profundamente dormida. Un tiempo más tarde, en medio de la oscuridad de la alcoba y de la noche sentí su cuerpo desnudo moverse junto al mío, me abracé a él, sentí su hermosa polla excitadísima y dura rozando mi piel, semejante estímulo terminó de despertarme pero él me dijo: Tengo para ti una sorpresa especial… Si? pregunté… Pero tienes que estar completamente vendada. De verdad? Volví a preguntar, un poco intrigada. Me colocó boca arriba, puso sobre mis ojos una venda completamente negra mientras decía: Pero debes prometerme no quitártela en ningún momento… Te lo prometo, le respondí.

Sus manos empezaron a recorrer suavemente mi cuerpo, sus labios se posaron en mis pezones disfrutando mis pechos, el cuello y mi vientre mientras me abría las piernas y acariciaba suavemente los labios de mi conchita. Yo empezaba a suspirar de placer… Sus labios se posaron en mi boca en un beso húmedo y sensual, sus manos volaban sobre mi cuerpo desnudo, las caricias eran cada vez más excitantes, frotaba mi concha cada vez con más fuerza, mientras se aproximaba a mi oído diciéndome: Tengo para vos el regalo que has estado esperando… Mi imaginación empezaba a volar, su boca recorría mi vientre dirigiéndose nuevamente hacia mi concha, cada vez más húmeda y ardiente.

Abrí mis piernas, con mis dedos abrí los labios para entregar mi clítoris a su boca, empezó a lamer mis jugos y mis grandes labios con frenesí, un fuerte gemido de placer salió involuntariamente de mi garganta, mi pelvis se empujó hacia su boca, mis manos apretaban su cabeza con ella y entre gemidos decía: Ayyyyy amor, dale, así amor dale, por favor comeme, que rico…ayyyyyy, chúpamela...ayyyyy… Y mientras gozaba aquella rica mamada, sentí la presencia suave sobre mi boca de una gruesa verga que apenas rozaba mis labios, no podía creer lo que estaba sintiendo, creí que alucinaba, pero era real, una hermosa y gruesa pija acariciaba mis labios, mi excitación creció, abrí mi boca, giré mi cabeza hacia ella, la tomé con mis manos y no pude más que engullirla desesperadamente hasta donde pude, estaba disfrutándola completamente, la sentía gruesa y enorme, solo deseaba llevarla hasta el fondo de mi garganta y gozármela, mientras la concha se me estremecía e inundaba con mis jugos…



Escuché a Felipe decir: Así mi amor, gozala, es toda para vos… Y no pude más, me desesperé, quería mamarla como nunca antes había mamado una verga… La tomé con mis manos y empecé a pajearla en mi boca, semejante tranca se ponía cada vez más dura dentro de mi boca, sentía que un primer orgasmo se acercaba, mi cuerpo reaccionó levantándose en arco mientras Felipe con sus dedos en la concha y el culito me sacaba el primer orgasmo con su boca. Sollozaba regalándole el placer de mi polvo, ayyyyyyy amor, que rico mi amor… Tomalo, toma mi polvo, es tuyo….ayyyyyyyy….ayyyyyy….que divino…

Lloraba, gemía y no podía aguantar más, entonces entre ambos machos me colocaron en cuatro patas, me acariciaban las tetas, las nalgas y todo el cuerpo… esta vez sentí la polla de Felipe entrar en mi boca mientras la mano del visitante me acariciaba el coño y empezaba a pajearme suavemente… Encantada tomaba la polla de mi hombre mientras abría las piernas y elevaba el culito para ofrecerles toda mi panocha y mi culito… Sentía una paja violenta, mientras aquel extraño me metía dos dedos en la panocha y en el culo, sentía que me lo estaba abriendo cada vez más, me lubricaba con mis jugos y el deseo de ser sodomizada era cada vez mayor… La paja que estaba recibiendo estaba llegando a su fin, un segundo polvo se me estaba viniendo, era descomunal, saque de mi boca la polla de Felipe y un grito de placer inundó toda la habitación: ayyyyyyy…..ayyyyyyyy por favor cójanme ya, por favor amor, necesito una verga que me de placer, necesito una pija adentro… ayyyyyyyy….. En un instante la verga del invitado inundó toda mi concha, empezó a cogerme como un animal mientras Felipe mantenía su polla al fondo de mi boca, jamás había recibido tanta polla en mi vida. Felipe decía: Te vamos a hacer gozar perrita… Cambiaron de lugar y ahora Felipe me cogía por la concha y el invitado se daba gusto en mi boca. Francamente estaba desesperada con la tranca de aquel macho, me lo mamaba con desesperación y locura, sentía que Felipe estaba gozando viendo a su mujer cogida por él y su invitado.





Mantuvieron las vendas sobre mis ojos y eso me llenaba de más excitación. Felipe me tomó, me puso de pie y me condujo cerca del sofá, al aproximarme percibí que su invitado estaba instalado en el mismo me aproximé, sentí su mano conducirme hacia él y pude darme cuenta que me esperaba para sentarme sobre él, me condujo, sentí como la verga de aquel hombre me penetraba hasta el fondo, me enloquecía sentirlo dentro de mí, me trastornaba ser cogida por un desconocido y empecé a metérmela y a moverme como nunca lo había hecho con mi hombre, quería gozar a aquel extraño, era una tentación lujuriosa, sentía mi concha derramarse sobre el tronco de aquella bestia que me gozaba diciendo: “Que rico te la sembrás hasta el fondo… que fuerte te topás la polla… así putita, así encajate sobre ella”. Y sentía aquella verga que me clavaba hasta el tope haciéndome gozar como nunca, no me contenía quería que me diera más y más fuerte, con sus manos me bajaba contra él y solo alcanzaba a pedirle a Felipe que me diera su polla: “Mi amor dame tu polla, quiero tu polla en mi boca… Necesito sentirte mi amor.” Y aquellos hombres solo decían: Que hembra más rica, está calientísima, es una verdadera loca, tenemos que darle gusto, en todas las formas… Te vamos a hacer gozar chiquita… Esas palabras me ponían más sedienta y cachonda.



Tenía a aquellos dos machos solo para mí, empecé a soltarme, a gozar cuanto podía, a tomar la iniciativa y a llevarlos a todas las posiciones que deseaba para gozarlos al máximo, me puse para que me cogieran como quisieran, me puse a como más me gustaba, estaba golosa gozando orgasmos tras orgasmos, ya no lograba distinguir quién me cogía y que polla me mamaba, el morbo llenó mi mente… “Así querías ver a tu mujer papacito?” le pregunté a Felipe y eso lo puso a cien, me tomó por la cabeza y empujó su pija hasta el fondo, su excitación era total. Empecé a cogerme a su invitado con locura, el hombre gritaba del gozo y mientras más me movía sobre él volví a preguntarle: “Así querías que tuvieran a tu mujercita papacito…? Mirá que rico me culea tu amigo… Mirá mi amor como me mete la polla hasta el fondo… Así querías verme encajada mi amor?” Y ambos hombres enloquecieron… Sentí como sus vergas se crecieron y querían casi matarme en cada embestida… Me golpeaban, me ultrajaban, me estaban follando como a una perra sedienta, se estaban dando conmigo el banquete de su vida… Mi lujuria no tenía límites, quería que me dieran sus pollas con todas sus fuerzas, que me follaran juntos, que hicieran de mí lo que quisieran… La excitación me tenía perdida y les dije: ¿Qué esperan para culiarme entre los dos? Fóllenme juntos… Háganme sentirlos juntos dentro de mí…




Los hombres enloquecidos se desesperaron, Felipe me tomó y me colocó sobre él atravesándome bruscamente la polla en la concha, me llegó hasta el fondo de un solo golpe, un enorme grito de dolor salió de mis entrañas… “ayyyyyyyyyyyyy, amor me estás matando… me estás matando….” Pero al dolor repentino vino casi de inmediato el placer de sentirlo dentro de mí follándome profundamente, aquella pija me elevaba a nuevos umbrales de deleite, explotaba en un nuevo orgasmo moviéndome sobre mi macho cuando el invitado empezó a reintroducir sus dedos en mi culito, esa sensación era una verdadera enajenación, me lubricaba con la abundancia de mis jugos, mientras Felipe me decía: Ahora vas a sentir como te gozamos entre los dos zorrita…

Sus palabras en vez de darme temor me ponían cachonda y sedienta de sentir aquellas dos vergas dentro de mí, necesitaba sentirlos gozándome en una cogida doble, las manos del invitado me tomaron por la cintura, la cabeza de su pija entraba lentamente abriéndome el culo… una sensación indescriptible, me sentía depravada, de mi boca solo salían gemidos de placer, quedé paralizada entre aquellos dos machos que empezaron a cogerme con toda sus fuerzas, era imposible moverme, solo pedía que me dieran más y más fuerte… Wuaooooo…. Amor que divino… que delicia… Ayyyyyyyyyy…. Dame más mi amor…. Ayyyyyyyy mi amor… Uaooooo… Ayyyyyyyyyyyy… No puede ser… Ayyyyyy dámela, dámela más fuerte amor por favor, dame más duro, tomá tu zorra mi amor… ayyyyyyyyy… Que rico… Rómpanme entre los dos, quiero más… quiero más… Sentía que me orinaba de puro placer y el cuerpo me temblaba sin poderlo controlar.






Me pusieron en cuantas formas y posiciones quisieron, solo me dejaba llevar por ellos y que me gozaran plenamente. El invitado me tomó y me clavó hasta el fondo por el culo diciéndome: “Sos la perra más rica que he gozado…” Mientras Felipe me susurraba: “Gozá chiquita… Esto querías… Sentirte toda una puta…” Otro orgasmo estremecedor estaba tomando todo mi cuerpo, lloraba de placer, ya no pedía nada, no tenía fuerzas, estaba siendo culiada y sometida por esas dos tremendas pijas, estaba casi desmayada dejando que aquellos machos me gozaran como quisieran… Mientras gemían y agarraban fuertemente mi cuerpo para venirse dentro de mí, grandes chorros calientes me estaban bañando, un nuevo orgasmo me hacía llorar y desfallecer entre los brazos de Felipe y los gritos de ambos machos.




Bañados de nuestros sudores, todos nos fuimos relajando lentamente. En la oscuridad y cubierta por el vendaje negro quedé tendida sobre el cuerpo de Felipe, inundada por el semen abundante de ambos hombres. Me dormí profundamente y no recuerdo cuándo ni cómo desapareció el invitado.

La mañana siguiente no sabía claramente que había pasado, el placer había sido tan extremo que era imposible recordarlo todo. Felipe me abrazaba, miraba y preguntaba: Gozaste? Te gustó? Pero no sabía cómo responderle, le pedía que no me preguntara, me sentía con sentimientos de culpa, me daba pena verlo directamente al rostro, por momentos tenía sentimientos muy negativos y hasta agresivos con él por haberme entregado a otro hombre, pero también sabía que había disfrutado de forma indescriptible. En el fondo me daba un poco de pena decirle que lo había gozado muchísimo, no sabía si eso lo podía lastimar o se pondría celoso. El es el hombre de mi vida, mi único amor, yo había gozado muchísimo aquella noche pero eso era solo sexo, simple diversión y tenía temores de lastimarlo.



El tiempo ha pasado, obviamente nunca pregunté quién fue el visitante, hasta ahora no hemos repetido la experiencia, pero conociendo a Felipe creo que guarda alguna sorpresa para el futuro. Siempre hacemos locuritas entre nosotros y cada vez nos conocemos mejor, cada vez somos más amigos, más cómplices, más amantes, más felices… Fue fantástico el regalo de esa noche de pasión irracional, siempre estaré dispuesta a compartir con él todo lo que quiera, absolutamente todo lo que quiera… Porque lo amo… Claro, ya tendré mi oportunidad de hacerle un regalo mucho mejor…


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