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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Ruthy  (Mensaje original) Enviado: 15/12/2009 02:12

 

 

 

  

 

Rosas para mamá

 

Hacía muchos días que Oscar se devanaba los sesos

 pensando como conseguir dinero para comprar un

 regalo de Navidad a su mamá.

Era muy pequeño para trabajar y no recibía paga

alguna en su casa, porque no había

dinero que darle.

Ya era suficiente con poder llegar a fin de mes.

Su papá ya hacía más de un año que había muerto

y su mamá trabajaba horas y horas para salir

adelante y darle lo más necesario.

 

Él deseaba muchísimo decirle a su mamá lo mucho

que la quería de una manera especial.

¡Le gustaban tanto las rosas...!. ¡Ay, como

deseaba regalarle, al menos una bien

 bonita...!.

En estos pensamiento estaba, cuando de pronto,

vio brillar en el suelo una dorada moneda.

 -¡Oh, que suerte....!- se dijo Oscar recogiendo la moneda-.

Quizá pueda comprar esa flor con este euro...!.

Y lleno de ilusión, empezó a buscar tiendas

donde vendieran flores. Y encontró muchas,

pero en todas ellas las rosas tenían unos precios

mucho más altos que el dinero que llevaba.

 

Sin mucha esperanza entró en una que era

especialmente bonita y lujosa. Estaba seguro de que

allí tampoco lo conseguiría pero no se rindió.

Se acercó al mostrador y enseñando su moneda

al dueño de la tienda, le preguntó:

¿Puede usted venderme una bonita rosa para mi mamá,

por este dinero?. 

El hombre le miró atentamente y dijo:

Espera un momento, por favor.

 

El florista desapareció en la parte de atrás

de la tienda y enseguida salió de nuevo con una

docena de preciosas rosas, con el mayor

 cuidado, colocó bien rectos los largos tallos ,

rellenó los huecos del ramo con ramitas de menudas

flores blancas, lo anudó con un lazo plateado y

delicadamente lo guardó en una gran caja blanca.

El corazón de Oscar latió como loco cuando

el florista le puso la caja en los brazos y le dijo:

-Esto es lo que puedo venderte por un euro.   

Oscar le tendió el dinero, pensando que no

podía ser verdad y que quizá el florista se

diera cuenta de que se había equivocado y le

quitara las rosas, pero cuando oyó que le decía: 

Adiós, pequeño y ¡felíz Navidad!...

 supo que sí, que era cierto y corrió hacia

su casa, pensando ya solamente en su mamá y

en lo contenta que se pondría.



La esposa del florista, que había visto todo

desde la trastienda, le preguntó porque había

regalado, prácticamente, aquellas rosas, y él,

le  explicó: Esta  mañana, al abrir la tienda,

 me pareció oír una voz que me pedía que

 reservara mis doce mejores rosas para un regalo

 especial, no hice mucho caso, pero no se porqué,

 he ido reservando las  rosas y cuando ese

niño entró en la tienda con su euro en la mano,

 supe el motivo. Me vi a mi mismo,

hace muchos años, cuando era un niño pequeño

pensando en hacer un regalo a mi madre y sin

ningún dinero para comprarlo. Un anciano, de

larga barba blanca, me paró en la calle y me

puso una buena cantidad de dinero en la mano,

 que me ayudó mucho y no solo para el regalo .

Al ver entrar a esa criatura, he sabido de

quien era la voz que me habló esta mañana

y también que era el momento de devolver

el favor.

Aquella noche, cuatro corazones felices, celebraron

una cálida Navidad.

Autor Anónimo

 

 

 

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