Cruzar los dedos 
Cuando se formula un deseo, se dice una mentira o se 
encuentra uno ante un peligro, es 
costumbre cruzarlos dedos, 
concretamente el mayor sobre el índice. El gesto, que evoca una 
cruz, 
conjura la mala suerte y aleja las influencias maléficas, según los 
supersticiosos. Desde los primeros tiempos del cristianismo se creía 
que, replegando el pulgar bajo los otros dedos, se 
alejaba a los 
fantasmas y malos espíritus, o bien haciendo esa operación con las dos 
manos 
y dejando que el pulgar asome entre el índice, dedo consagrado a 
Júpiter, y el mayor, dedo 
del pecado dedicado a Saturno. No obstante, 
algunos autores piensan que, aunque el simbolismo 
de la santa cruz en 
este gesto resulta obvio, el origen primero es mucho más primitivo que 
la
 cruz cristiana y se remonta a los más antiguos tiempos paganos.