Respiro mar, y bosque, y luz respiro, embriagándome azul, fronda y reflejo; y absorbo cada sombra que en tu espejo perdura, al irse la mujer que admiro.
Por ojos te hablo, por la piel te miro, mi palabra te roza, y te festejo con mi trama de ideas y un cortejo de ansiedad, de añoranza, de suspiro.
Azul, fronda y reflejo me revelan tantas cosas de ti, que desnivelan mi visión arquetípica del mundo.
Y lo prefiero así, pues lo contemplo como la ingente bóveda del templo en que mi fe en tu compromiso fundo. Los Angeles, 11 de septiembre de 2009