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LA NINA Y LA
MARIPOSA
Va
una mariposa bella volando de rosa en rosa, y de una en otra
afanosa corre una niña tras ella.
Su
curso, alegre y festiva, sigue con pueril afán, y con airoso ademán la
mariposa se esquiva.
A
veces con loco el intento quiere hacer presa en sus galas, y, en vez de
tocar sus alas, toca las alas del viento.
Y su
empeño duplicando, cuanto más corre afanosa, más leda la mariposa va su
inocencia burlando.
La
ciñe en rápido giro, y al ir a cogerla esbelta, por cada vez que se
suelta, y suelta la niña un suspiro.
Mas,
sin ceder en su anhelo, presta una, y la otra ligera, ni una acorta su
carrera, ni la otra amaina su vuelo.
Y
vagan embebecidas, sin sentir indiferentes ni el són de las claras
fuentes, ni el de las auras perdidas.
Ni
los pájaros que espantan, entre las ramas divisan, ni ven las flores que
pisan, ni oyen las aves que cantan.
Y
mientras estas cantando siguen con plácido estruendo, la niña sigue
corriendo, la mariposa volando.
Amaina el vuelo sereno, mariposa, de quien
es albergue el seno de la rosa. ¿Por qué en tal dulce ocasión vas sin
tino huyendo así la prisión de lazo tan peregrino?
Reina
de las blandas flores, sus enojos no temas, ni los ardores de sus
ojos, porque ese puro arrebol que enamora, si es luciente como el
sol, es tierno como la aurora.
Entre
mil palmas no hay talle más galano, ni azucena en todo el valle cual su
mano. No oirás de su voz divina la dulzura, ni el ruiseñor que
trina, ni el raudal que murmura.
Aprende el aura a ser leve de su planta, y, para
formar con nieve su garganta. le dió el cisne el atavío de su
pluma, lumbre la aurora, y el río su plata, cristal y
espuma.
No
sigas más la inconstante mariposa, enamorada y errante niña hermosa, que
al fin vendrá a ser cautiva de tu llama, si aun amorosa, aunque
esquiva, la luz de los cielos ama.
Y
aunque aspira de mil flores la fragancia, no imites en tus amores su
inconstancia; que al fin de tanto vagar, suele, hermosa, entre las
flores hallar la yerba más venenosa.
Imita
sólo su vuelo, pues serena, jamás, niña toca el cielo, ni la arena. Quien
se humilla o sin razón subir quiere, muere a manos de un halcón si a
las de un áspid no muere.
Mas
¡ay! que vas en pos de ella vagarosa, sin escuchar mi querella, niña
hermosa. Sigues con presteza tanta tu contento, que así encomiendas tu
planta, como mi súplica, al viento.
Y en
tan inocente afán, como su gusto entretienen, así vagabundas vienen, y
así vagabundas van.
A
veces en su embeleso la mariposa, al pasar, suele fugaz estampar sobre
su mejilla un beso.
Y
rauda su vuelo alzando, la niña de angel blasona, al trazar una
corona sobre su frente girando.
Y
siguen acordemente la mariposa en sus giros, la niña con sus
suspiros, con sus rumores la fuente.
Vagan
los aires süaves formando dobles acentos, y al grato son de los
vientos, siguen cantando las aves.
Y
entre tanta melodía, tanta corriente murmura, que es todo el aire
frescura, aroma, luz y armonía.
Y
susurrando congojas prosiguen mintiendo quejas, en el pensil las
abejas, y en la enramada las hojas.
Y
tiernas flores hollando, y frescas auras batiendo, la niña sigue
corriendo, la mariposa volando.
Ramon
de Campoamor


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