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El pueblo de Israel también tuvo esa vocación de iluminar al mundo entero, pero los intereses mezquinos y el fanatismo, logró extinguir la llama de la humanidad nueva, entorno al Dios liberador y humanizador. Por ello Jesús asume el compromiso de invitar a sus discípulos y discípulas, a tomar la llama que Israel no mantuvo encendida y reiniciar un proceso nuevo de iluminación a toda la humanidad. En esta línea evangélica, la tarea de todo cristiano, es hacer que la luz de Cristo, que hermana, que incluye, que redime, que humaniza, que valora y respeta la diferencia, que hace posible la justicia, los derechos de los pueblos y la salvaguarda de la creación, llegue a todos los rincones del mundo y se pueda lograr la gran civilización del amor. Esta es una gran responsabilidad que todo creyente en Jesús, tiene ante la historia. ¡Ser luz! | |