|    PASIONES DE AUSENTE 
ENAMORADO
 
 Este 
amor, que yo alimentode mi propio corazón,
 no nace de inclinación
 sino 
de conocimiento.
 Que amor de cosa tan bella,
 y gracia que es 
infinita,
 si es elección, me acredita;
 si no, acredita mi estrella.
 Y, 
¿qué deidad me pudiera
 inclinar a que te amara,
 que ese poder no 
tomara
 para sí, si le tuviera?
 Corrido, señora, escribo
 en el estado 
presente,
 de que estando de ti ausente,
 aún parezca que estoy 
vivo.
 Pues ya en mi pena y pasión,
 dulce Tirsi, tengo hechas
 de las 
plumas de tus flechas
 las alas del corazón.
 Y sin poder 
consolarme,
 ausente y amando firme,
 más hago yo en no morirme
 que hará 
el dolor en matarme.
 Tanto he llegado a quererte,
 que siento igual pena en 
mí
 del ver, no viéndote a ti,
 que adorándote, no verte,
 si bien recelo, 
señora,
 que a este amor serás infiel,
 pues ser hermosa y cruel
 te 
pronostica traidora.
 Pero traiciones dichosas
 serán, Tirsi, para 
mí,
 por ver dos caras en ti,
 que han de ser por fuerza hermosas.
 Y 
advierte, que en mi pasión
 se puede tener por cierto
 que es decir ausente, 
y muerto,
 dos veces una razón.
 Francisco de Quevedo   
     |