¿Qué haces cuando escuchas una sinfonía? Escuchas 
cada nota, te deleitas en ella y la dejas pasar, sin 
buscar la permanencia de ninguna de ellas, pues 
en su discurrir está la armonía, siempre renovada y siempre fresca.
En el amor, es igual. En cuanto te agarras a la 
permanencia, destruyes toda la belleza del amor.
 No hay pareja ni amistad que esté 
tan segura como la que se mantiene libre.
El apego mutuo, el control, las promesas y el deseo 
te conducen inexorablemente a los conflictos y al 
sufrimiento y, de ahí, a corto o largo plazo, a la 
ruptura. Porque los lazos que se basan en los deseos son muy frágiles.
Sólo es eterno lo que se basa en un amor libre.
 Los deseos te hacen siempre vulnerable.
