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     Angustiados por las sacudidas intermitentesque provocan las crisis financieras internacionales,
 las crisis institucionales que azotan nuestro país,
 dejando por doquier un clima de desconfianza e inseguridad, podemos perder el tesoro más importante
 del cual disponemos como pueblo,
 me refiero a la esperanza y la confianza.
 Efectivamente, podemos hacer una lectura pesimistade la situación actual y afirmar
 que el predominio del mal es evidente.
 Sin embargo, quienes confesamos que Dios
 está activo en la historia y en la naturaleza,
 no sepultamos la esperanza.
 El Creador es el Padre Bueno,el Dios con nosotros, que nos anima
 a descubrir su discreta presencia
 y a solidarizamos con su proyecto humanizador.
 Esa buena noticia nunca nos será quitada.      
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