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 Muchas son las personas que en su hacer diario siguen condicionadas
  por lo que opinen o digan de ellas los demás.  Una errónea actitud, que les perjudica seriamente,  privándoles de ejercer su libertad y posiblemente con el agravante  de no sentirse bien consigo mismas,  por obrar en contra de lo que piensan y sienten en su interior.  Precisamente, lo correcto es hacer todo lo contrario,  y seguir el dictado de nuestra conciencia que sabe mucho mejor  lo que nos conviene, puesto que conoce nuestros pensamientos,  sentimientos y obras, y por lo tanto,  es ella quien más puede pesar a la hora de decidir  o llevar a cabo alguna acción.  Sin embargo, la opinión ajena, desconoce por completo  todo cuanto ocurre en nuestro mundo interior,  que por su particularidad es completamente diferente a cualquier otro,  ya que cada persona es original y única por naturaleza.  
 
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