|     CANCION  DE LOS AMANTES   Donde  quiera en las noches se abrirá una ventanao una puerta cualquiera de una  calle lejana,
 no importa dónde ni cuándo, puede ser donde quiera:
 ni menos  en otoño, ni más en primavera.
 
 Y hoy igual que mañana, mañana igual que  ayer,
 un hombre enloquecido, besará una mujer.
 Tal vez nadie lo sepa; como  tal vez un día
 todos irán sabiendo lo que nadie sabía.
 
 Y para los  amantes, su amor desesperado,
 podrá ser un delito, pero nunca un  pecado.
 Por eso el amor pasa por las calles desiertas,
 y es como un viento  loco que quiere abrir las puertas
 
 Bien saben los amantes que hay caricias  que son;
 no una simple caricia, sino una posesión.
 Y que un beso, uno  sólo, puede más que el olvido,
 si se juntan dos bocas en un beso  prohibido.
 
 ¡No! Un gran amor no es grande por lo mucho que dura
 si se  parece a un árbol reseco en la llanura.
 Y los amantes saben que sin querer  siquiera,
 hay un amor que crece como una enredadera.
 
 Es natural que el  agua de un estanque sombrío,
 sueñe en sus largas noches con el sueño de un  río.
 Y si por algo es triste la lluvia que no llueve,
 será porque es la  lluvia condenada a ser nieve.
 
 Es natural que un día comprendan los  amantes
 que no hay nunca sin siempre, que no hay después sin antes.
 Y así  brota en el alma la rebelión de un sueño,
 que es como un perro arisco que le  gruñe a su dueño.
 
 El amor... Esa estrella de una sombra  infinita,
 aunque muera cien veces, cien veces resucita.
 Y suele ser un  niño de manos milagrosas,
 que rompe las cadenas y hace nacer las  rosas.
 
 Ya no habrá días turbios. Ya no habrá noches malas,
 si hay un  amor secreto que nos presta sus alas.
 Y el corazón renace con renovada  fe,
 igual que los rosales, que no saben por qué.
 
 Donde quiera, en las  noches, puede abrirse una puerta,
 pero... tan suavemente, que nadie se  despierta.
 Puede ser en otoño. Puede ser en verano,
 tanto un amor tardío  como un amor temprano.
 
 Una mujer, un hombre y un oscuro aposento:
 Y  allá afuera, en la calle, sigue pasando el viento.
 Y si en la noche hay algo  queriendo amanecer
 es simplemente un hombre, que besa a una  mujer.
 
 José Ángel Buesa
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