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     LA  LEY DEL DAR   El  universo opera por medio de un intercambio dinámico… Dar y recibir son aspectos  diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si estamos dispuestos a dar  aquello que buscamos, mantendremos la abundancia del universo circulando en  nuestra vida. El  flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos los  elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia. Esta  armoniosa interacción de los elementos y las fuerzas de la vida opera a través  de la ley del dar. Puesto que nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo  mantienen un constante y dinámico intercambio, frenar la circulación de la  energía es como frenar el flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular,  comienza a coagularse y a estancarse. Por ello debemos dar y recibir a fin de  mantener la riqueza y la afluencia – o cualquier cosa que deseemos en la vida –  circulando permanentemente. Toda  relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir, y el  recibir engendra el dar. Lo que sube debe bajar; lo que se va debe volver. En  realidad, recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos  diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si detenemos el flujo de  alguno de los dos, obstaculizamos la inteligencia de la  naturaleza. Cuanto  más demos más recibiremos, porque mantendremos la abundancia del universo  circulando en nuestra vida. En realidad, todo lo que tiene valor en la vida se  multiplica únicamente cuando es dado. Lo que no se multiplica a través del dar,  ni vale la pena darse, ni vale la pena recibirse. Si al dar sentimos que hemos  perdido algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará  abundancia. Cuando damos a regañadientes, no hay energía detrás de nuestro acto  de dar. Podemos  regalar una flor; una sola flor. Podemos llevar una nota o una tarjeta que  exprese algo sobre nuestros sentimientos hacia la persona a quien visitamos.  Podemos llevar un elogio. Podemos llevar una oración. Incluso  la sola idea de dar, el simple deseo, o una sencilla oración, tienen el poder de  afectar a los demás.  La  vida es la danza eterna de la conciencia, que se manifiesta como un intercambio  dinámico de impulsos de inteligencia entre el microcosmos y el macrocosmos,  entre el cuerpo humano y el cuerpo universal, entre la mente humana y la mente  cósmica. Cuando  aprendemos a dar aquello que buscamos, activamos esa danza y su coreografía con  un movimiento exquisito, enérgico y vital, que constituye el palpitar eterno de  la vida. Deepak  Chopra.  
   
  
 
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