|    COMO AYUDAR A UN  ALMA     "No  empujéis las almas a la desesperación; dadles la esperanza comprometida por la  noche que las rodea.  Revestios de mi Paciencia y de mi Dulzura para tratarlas   con miramiento y ayudarlas a dirigir todos sus escasos esfuerzos hacia el  Cielo. No  olvidéis jamás vuestra responsabilidad...Os esta confiada tal alma!.Vuestras  miras personales no son necesariamente las Mías... tened cuidado al creeros  justos en vuestras acciones y tranquilizados en vuestras conciencias... Cuando  un alma sufre, hay que administrarle un medicamento...con suavidad!. Si alguien  se esta hundiendo en una marisma, le vais a rehusar la pértiga para que salga de  ella?  O le vais a decir:"Arréglatelas, no tenias por que arriesgarte tan  lejos"?.
 Vais  a agobiarla de reproches cuando no sabéis el grado de purificación que se esta  realizando en esta alma?  Si le rehusáis el medicamento necesario a su  enderezamiento ella se inclinara cada vez mas hacia la tierra , tendrá cada vez  mas dificultades para volverse a levantar... Entonces se puede temer lo peor; el desaliento es un  veneno; alguien, creyendo actuar bien , habla con palabras que no atraviesan la  pared levantada en el corazón ensombrecido, por ser palabras duras y reproches.  De buena fe, intenta hacer comprender, cuando basta con amar en la caridad  divina.  Si un alma ya no es capaz de ver y dirigirse sola, vosotros que lleváis  la entera y plena responsabilidad de ella, debéis intervenir  inmediatamente...Echadla en Mis brazos, a la fuerza si hace  falta!  Sacadla de un marasmo, es vuestro papel ante Mi...Dadle el sentido de lo  que Yo espero de ella; sed confianza y luz para su desamparo, desde la  posibilidad de zanjar tal o cual tema, a fin de que no se sienta  inútil. Es  extremadamente grave para un alma llegar a creer en la inutilidad de su  presencia y de sus intervenciones en una obra o cualquier otra cosa para la cual  ella ha sido elegida.  Un retorno al equilibrio espiritual... momentáneamente  roto, será la recompensa!. Comprenderá entonces, con mucha serenidad, que la  obediencia no es una palabra vana y todo en ella ira  apaciguándose..." Del  libro de Jesús Misericordioso a Margarita, Tomo  III      |