Cuando  pienso que todo lo que crece
su  perfección conserva un mero instante;
que  las funciones de este gran proscenio
se  dan bajo la influencia de los astros; 
y  que el hombre florece como planta
a  quien el mismo cielo alienta y rinde,
primero  ufano y abatido luego,
hasta  que su esplendor nadie recuerda: 
la  idea de una estada tan fugaz
a  mis ojos te muestra más vibrante,
mientras  que Tiempo y Decadencia traman 
mudar  tu joven día en noche sórdida.
Y,  por tu amor guerreando con el Tiempo,
si  él te roba, te injerto nueva vida.