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      SER  NIÑOS   "INSTRUYE  AL NIÑO EN SU CAMINO Y AUN CUANDO FUERE VIEJO NO SE APARTARÁ  DE ÉL".
 "DEJAD  A LOS NIÑOS VENIR A MI Y NO SE LO IMPIDÁIS, PORQUE DE LOS
 TALES  ES EL REINO DE LOS CIELOS".
 La  infancia es el primer período de la vida del hombre desde su
 nacimiento  hasta la pubertad, así que todos nosotros hemos pasado
 por  la experiencia de ser NIÑOS. Es así que, ser niño, es
 simplemente  pasar por una etapa de la vida (¡muy importante!), como
 lo  es la juventud, la madurez y la ancianidad.
 La  gran mayoría de los padres nos preocupamos por nuestros bebés
 desde  el momento en que sabemos que llegarán; preparamos un lugar
 especial  para ellos y conforme van creciendo vamos dándoles el
 alimento  que van requiriendo, llevándolos al médico y poniéndoles
 vacunas  que, aunque dolorosas, sabemos los previenen de enfermedades
 que  podrían ser fatales.
 Pero  si nos damos cuenta hasta aquí solamente hemos hablado de lo que
 a  su cuerpo físico se refiere, y es que un niño no es solo eso!.
 Recordemos  que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y esto
 quiere  decir que somos TRINOS: espíritu, alma y cuerpo. Entonces nos
 damos  cuenta que si queremos que un niño crezca de manera integral
 debemos  alimentar, cuidar y proteger no sólo su cuerpo, sino también
 su  alma y su espíritu, y que es ésta realmente la parte más
 importante!.
 Se  dice que en los primeros 5 años de vida se forma la personalidad
 que  llevaremos por el resto de nuestros días (entendiendo por
 personalidad,  la conciencia o noción de las cosas, la base del
 carácter  que nos distinguirá y que a partir de allí desarrollaremos).
 También  se cree que es hasta los 7 años que adquirimos el 50% del
 conocimiento  que tendremos durante toda nuestra vida. Con estos datos
 nos  damos cuenta de lo importante que es la etapa conocida como
 ¡NIÑEZ!,  y la que desgraciadamente tomamos tan a la ligera.
 Es  así que la Biblia nos insta a instruir al NIÑO en los caminos de
 Dios,  nos anima a enseñarles lo que Su Palabra dice, alimentar su
 alma  con el conocimiento que los mantendrá firmes por el resto de su
 vida  y los llevará de gloria en gloria y de victoria en victoria.
 Les  damos el mejor alimento que está dentro de nuestra posibilidades,
 y  junto con esto también la mejor educación académica, y es así que
 los  inscribimos (tal vez) en escuelas de renombre pero olvidándonos
 de  ser nosotros, los padres, quienes tenemos la verdadera
 responsabilidad  delante de Dios de esas personas que nos han sido
 encomendadas.
 El  niño necesita el alimento físico (cuerpo), junto con caricias y
 palabras  de amor (alma), pero lo más importante es alimentar su
 ESPÍRITU  y es desgraciadamente lo que no hacemos. Los niños son muy
 importantes  para Dios!, y el mismo Jesús los tomó de ejemplo en
 varias  ocasiones. Dios puso temor en las parteras egipcias para
 mantener  con vida a los niños hebreos; Su palabra dice que de la boca
 de  los niños y de los que maman Él fundó la fortaleza; Dios mandó en
 diferentes  ocasiones que se congregara al pueblo incluyendo a los
 NIÑOS,  para que oyeran, aprendieran, temieran y cuidaran de cumplir
 su  ley. ¡Dios no menosprecia a los niños!.
 El  pensar que los niños no tienen la "capacidad" suficiente para
 escuchar,  comprender y poner en práctica lo que aprenden es
 ¡menospreciarlos!.  Ellos, mejor que muchos de nosotros, captan y
 asimilan  lo que Dios dice. "Cosas que les han sido escondidas a los
 sabios  y entendidos, Dios las ha revelado a los niños…", dice Su
 Palabra;  y es que si nos hacemos como niños, nos serán abiertos los
 ojos  e iluminado el entendimiento, y como consecuencia entraremos en
 el  reino de los cielos. Es así que debemos aprender de la sencillez,
 humildad  y confianza de los niños.
 Siempre  he pensado que el predicador tiene un gran privilegio al
 impartir  la Palabra en la escuela dominical a los adultos, y siento
 gran  gozo cada vez que alguno se arrepiente y viene a los pies del
 Señor  pero, creo que de igual manera tienen un gran privilegio y una
 enorme  responsabilidad todos esos maestros que se quedan con los
 pequeños  y les muestran el camino, la verdad y la vida que es Cristo
 Jesús.  Son vidas completas, son mentes abiertas, corazones
 dispuestos,  son verdaderas esponjitas que absorben todo lo que se les
 da,  no es la escuela dominical un tiempo para "cuidar" que los niños
 se  mantengan en calma y dejen a los adultos escuchar la enseñanza, es
 un  hermoso tiempo de leerles la Escritura y compartirles lo que hay
 en  ella. Así es que cuando vayamos a la iglesia no
 olvidemos:  "…vayan también vuestros niños con vosotros" (Ex.
 10:24b),  sin olvidarnos que la verdadera enseñanza la reciben en casa
 y  con nuestra manera de vivir.
 "DEJAD  A LOS NIÑOS VENIR A MI Y NO SE LO IMPIDÁIS…", también nos
 enseña  Su Palabra, y es que tantas veces somos nosotros mismos
 quienes  impedimos a nuestros hijos ir al Señor, y esto no se refiere
 tanto  a que no les demos permiso de ir a la iglesia o a las
 reuniones,  sino que nuestro comportamiento es de tal manera que
 nuestros  pequeños no ven a Cristo a través de nosotros, y eso les
 impide  conocerlo. Ellos escuchan pero, son nuestras actitudes las
 que  gritan…
 "Y  al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y
 postrándose,  lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron
 presentes:  oro, incienso y mirra". Este texto encierra tanto. Los
 magos  visitaron al "niño", sus ojos físicos veían sólo un pequeño,
 pero  ellos no se quedaron ahí. Ellos vieron más allá, pudieron ver al
 rey,  al Dios y al Salvador… y fue así que lo trataron, se postraron
 y  adoraron; aunque veían sólo un niño, le dieron el trato que merecía
 como  el Redentor del Mundo, y aun regalos dignos de Él. Si se nos
 diera  la oportunidad de tener frente a nosotros al presidente de
 alguno  de nuestros países, o a un renombrado predicador, o a alguien
 a  quien nosotros admiramos, ¿cómo trataríamos a esa persona?. Estoy
 seguro  que con mucho respeto y tendríamos cuidado de nuestras
 palabras  para no decir algo que pudiera arruinar ese momento, y
 aprovecharíamos  al máximo ese tiempo.
 He  pensado muchas veces en qué llegarán a ser cada uno de mis
 hijos…  ¿grandes predicadores?, ¿misioneros?, ¿personajes
 importantes  en mi país?, ¿madres valientes?, ¿mujeres con
 trascendencia?…  y si así fuera, ¿cómo es que yo trataría a personas
 de  esa calidad?. Esto me ayuda a no ver en mis hijos a simples niños
 a  quienes puedo hacer y decir lo que yo quiera, sino a respetarlos y
 tratarlos  como personas importantes que Dios me ha permitido (en Su
 gran  misericordia) participar en su desarrollo por un corto tiempo.
 "¿cómo  debe de ser la manera de vivir del niño, y que debemos hacer
 con  él?" (Jueces 13:12), es lo que cada padre y madre debemos
 preguntarle  a Dios, para hacer lo que a nosotros corresponde.
 No  descuidemos nuestro andar, porque hay NIÑOS que están a nuestro
 alrededor  aprendiendo el camino a seguir. No seamos piedras de
 tropiezo  a ninguno de esos pequeños, y aprovechemos bien el tiempo
 que  es tan corto. Que cada uno de nuestros niños lleguen a
 ser  "…plantas crecidas en su juventud y esquinas labradas de un
 palacio",  (Salmos 144:12). Tratemos a cada niño con respeto,
 considerándolo  persona importante para Dios, y teniendo en cuenta que
 no  entraremos en el reino de los cielos si no nos hacemos como…
 ¡NIÑOS!.
 D/A       
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