|   Palabras Para El Angel de Cecilia
 Ángel, tú que la guardas, yo te pidoque no la dejes un instante sola.
 La vida, bien lo sabes, es a veces
 un subterfugio, una expiación, un hábito.
 Pero ella es inocente,
 su edad se mece todavía
 entre las flores del almendro
 y los compases mágicos de Mozart.
 Yo sé que no soy digno,
 que no merezco la infinita gracia
 de hablar contigo, Ángel,
 ni siquiera en la lengua rumorosa del verso,
 pero lo hago por ella que es ahora
 lo más cierto de mí, lo único noble
 que acaso un día me redima y salve.
 Ángel, hazla sensible y dulce,
 haz que sus actos no traicionen su alma
 y gobierne su amor el equilibrio
 que sostiene en la noche a las estrellas;
 da sentido a su vida, dale fuerzas
 para volcarla en los demás; ayúdala
 a descifrar el mundo con las armas
 de la ternura y el conocimiento.
 Ángel, tú que la guardas, yo te pido
 lo que no tengo y desearía
 poder legarle: un resto de pureza
 y de confianza en el milagro.
 Porque ella es inocente,
 porque ella es tan pequeña que no tiene
 sino su propia desnudez, su frágil
 modo de estar apenas en la vida.
 Yo te lo pido,
 no la abandones, Ángel
 
 
 Antonio Requeni
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