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|  Cada mañana
 Cada mañana el mismo
 asombro, siempre  nuevo:
 el ver lo natural
 que es para ti tu cuerpo.
 
 Consabidas  minucias
 del rito del aseo,
 que imperceptiblemente
 elevas al  misterio.
 
 Desde mis ajimeces
 vigilo tus linderos:
 revuelas como un  ángel
 sobre tus mismos pechos.
 
 Tu humedad se disputan
 la juncia y  el espliego.
 ¡Ay, frescura de aljibe
 y calor de sesteo!.
 
 En mis  blandas murallas
 aprisionado, veo
 el hábito sencillo
 que tienes de tu  cuerpo.
 
 Resuelves la materia
 en puro movimiento;
 cada escorzo  insinúa
 un ritmo en el espejo.
 
 El repetido aire
 que modela tus  gestos,
 es en ti cristalino
 pero en mí es espeso.
 
 De tu cuello  desnudo
 nace un hondo venero;
 de tus brazos en alto,
 la mimbre de tu  pelo.
 
 Al alba, cuando mido
 tu distancia, no entiendo
 la natural  costumbre
 que es para ti tu cuerpo.
 RAFAEL GUILLÉN         (  España, 1933  ) |  |  
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