|       Sentimientos de Ausente
 Amado dueño mío,
 Escucha un rato mis cansadas quejas,
 Pues del viento las fío,
 Que breve las conduzca a tus orejas,
 Si no se desvanece el triste acento
 Como mis esperanzas en el viento.
 
 Óyeme con los ojos,
 Ya que están tan distantes los oídos,
 Y de ausentes enojos
 En ecos de mi pluma mis gemidos;
 Y ya que a ti no llega mi voz ruda,
 Óyeme sordo, pues me quejo muda.
 
 Si del campo te agradas,
 Goza de sus frescuras venturosas
 Sin que aquestas cansadas
 Lágrimas te detengan enfadosas;
 Que en él verás, si atento te entretienes
 Ejemplo de mis males y mis bienes.
 
 Si al arroyo parlero
 Ves, galán de las flores en el prado,
 Que amante y lisonjero
 A cuantas mira intima su cuidado,
 En su corriente mi dolor te avisa
 Que a costa de mi llanto tiene risa.
 
 Si ves que triste llora
 Su esperanza marchita, en ramo verde,
 Tórtola gemidora,
 En él y en ella mi dolor te acuerde,
 Que imitan con verdor y con lamento,
 Él mi esperanza y ella mi tormento.
 
 Si la flor delicada,
 Si la peña, que altiva no consiente
 Del tiempo ser hollada,
 Ambas me imitan, aunque variamente,
 Ya con fragilidad, ya con dureza,
 Mi dicha aquélla y ésta mi firmeza.
 
 Si ves el ciervo herido
 Que baja por el monte, acelerado
 Buscando dolorido
 Alivio del mal en un arroyo helado,
 Y sediento al cristal se precipita,
 No en el alivio en el dolor me imita,
 
 Si la liebre encogida
 Huye medrosa de los galgos fieros,
 Y por salvar la vida
 No deja estampa de los pies ligeros,
 Tal mi esperanza en dudas y recelos
 Se ve acosa de villanos celos.
 
 Si ves el cielo claro,
 Tal es la sencillez del alma mía;
 Y si, de luz avaro,
 De tinieblas emboza el claro día,
 es con su oscuridad y su inclemencia,
 imagen de mi vida en esta ausencia.
 
 Así que, Fabio amado
 Saber puede mis males sin costarte
 La noticia cuidado,
 Pues puedes de los campos informarte;
 Y pues yo a todo mi dolor ajusto,
 Saber mi pena sin dejar tu gusto.
 Mas ¿cuándo ¡ay gloria mía!
 Mereceré gozar tu luz serena?
 
 ¿cuándo llegará el día
 que pongas dulce fin a tanta pena?
 ¿cuándo veré tus ojos, dulce encanto,
 y de los míos quitarás el llanto?
 
 ¿Cuándo tu voz sonora
 herirá mis oídos delicada,
 y el alma que te adora,
 de inundación de gozos anegada,
 a recibirte con amante prisa
 saldrá a los ojos desatada en risa?
 
 ¿Cuándo tu luz hermosa
 revestirá de gloria mis sentidos?
 ¿y cuándo yo dichosa,
 mis suspiros daré por bien perdidos,
 teniendo en poco el precio de mi llanto?
 Que tanto ha de penar quien goza tanto.
 
 ¿Cuándo de tu apacible
 rostro alegre veré el semblante afable,
 y aquel bien indecible
 a toda humana pluma inexplicable?
 Que mal se ceñirá a lo definido
 Lo que no cabe en todo lo sentido.
 
 Ven, pues, mi prenda amada,
 Que ya fallece mi cansada vida
 De esta ausencia pesada;
 Ven, pues, que mientras tarda tu venida,
 Aunque me cueste su verdor enojos,
 Regaré mi esperanza con mis ojos.
 SOR JUANA INES DE LA CRUZ
 
         
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