La función del arte
Diego no conocía la mar.  El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.  Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. 
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos.  Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
¡Ayúdame a mirar!
 
Eduardo Galeano
(El libro de los abrazos)
