|   EL AURA DE TU CARICIA        Mi vida debe ser como un árbol vivo que afrontando las adversidades no deja nunca de impulsar sus ramas a lo alto.   Señor, mi Dios, no retires tu sol de mi cielo.   
   La esperanza y el amor nos obligan a seguir adelante hacia las metas.   Nuestros pasos gimen al pensamiento de las responsabilidades futuras.   A pesar de todo, con la fe en alto, continuaremos caminando.   
   ¡Sonreír!  ¡Saber sonreír! No siempre la sonrisa nace del gozo; más frecuentemente es fruto de la esperanza y del diálogo con el cielo.   Abrazos envueltos en torrentes de luz   |