| 
         
 Música
 Amanecía tu voz
 tan perezosa, tan blanda,
 como si el día anterior
 hubiera
 llovido sobre tu alma...
 
 Era, primero, un temblor
 confuso del corazón,
 una duda de poner
 sobre los hielos del agua
 el pie
 desnudo de la palabra
 
 Después,
 iba quedando la flor
 de la emoción, enredada
 a los hilos de la voz
 con esos garfios de escarcha
 que el sol
 desfleca en cintillos de agua.
 
 Y se apagaba y se iba
 poniendo blanca,
 hasta dejar traslucir,
 como la luna del alba,
 la luz
 tenue de la madrugada.
 
 Y se apagaba y se iba,
 ¡ay!, haciendo tan delgada.
 Jaime Torres Bodet 
       Diseño Yedralina© ©2005/2010 - Yedralina©
 |