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     El pasado     El día nostálgico en el cenit del año,  el verano, supo  encontrar las riendas apropiadas  para retumbar en mi  intelecto y obligarme a evaluar  mi personalidad más  profunda.  Me cabe la credulidad de la existencia  de un ente que en mis entrañas  me perfora el corazón  con el punzante más doloroso, el pasado.  Esas heridas,  a las que asemejo a túneles,  son tan largas, oscuras y  tórridas que me impiden encontrar la luz,  ese final victorioso.  “Lo pasado, pasado está”  que alucinante belleza desprende  la frase, tan sorprendente como la certeza  de la que carece.  Así es, el pasado retoma el presente  y se asienta de nuevo  en tu mente con el objeto de rememorar  todo en lo que no  acertaste, de hacer hincapié  en lo mal que hiciste. Hallo  la causa del estribillo que radica  en mi parte más preciada,  mi interior, con las numerosas  puertas que poseo para que me  abandone y me permita ser.  Si la ficción dejara de ser ficción  y se adueñara de la  realidad...  ¡Cuántos saltos temporales haría  para remendar lo anterior!  Cuando tu credibilidad te invade   y piensas que lo has  conseguido, que ya es imposible  que se tuerza el rumbo,  pena de nosotros, pues la marcha cambia.  Si supiéramos  valorar lo que es nuestro, si lo defendiéra mos a capa  y espada, esto desistiría en sorprender.     
 
   Estrellita    
 
      
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