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Solo quise ser poema para temblar en tus ojos; yo no quise ser poeta.
Convertirme en el susurro involuntario que se cae de la tarde silenciosa. Esconderme en el espacio indefinido donde alojas la mirada más ausente.
Ser conciencia de los días otoñales, suicidarme cada tarde entre sus hojas. Sorprenderte detenida en una acera suspirando al ver los árboles desnudos.
Deambular entre los antros más oscuros descansar quizá en el fondo de los vasos. Respirar entre la alfombra y las butacas mientras haya alguna obra en el teatro.
Solo quise ser poema para temblar en tus ojos; yo no quise ser poeta.
Jaime Gil de Biedma
Neska 

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