Jesús dijo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Juan 6:47 |
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Creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos. Hechos 15:11 |
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Después de la muerte
Pablo, un creyente anciano de mi pueblo, avanzaba a paso muy lento hacia su casa ubicada en la montaña. Quizás ésta sería una de sus últimas caminatas. Indudablemente pronto iría mucho más lejos, subiría más alto, hacia otra casa. Allí Alguien lo estaba esperando. En tu gran magnificencia, Te he de ver ¡oh Salvador! Y por gracia en tu presencia Loaré tu eterno amor. A menudo los últimos pasos son difíciles, pero lo importante es llegar a casa de alguien que nos ama y nos está esperando. La Biblia nos da pocos detalles sobre ese paraíso. Con nuestros sentidos limitados no comprendemos qué lugar es ese en donde oímos “palabras inefables que no le es dado al hombre expresar” (2 Corintios 12:4). Pero lo que hace felices a los redimidos es pensar que serán llevados directamente a Su presencia: “Ausentes del cuerpo, y presentes al Señor” (2 Corintios 5:8). Fue lo que el Señor Jesús aseguró al ladrón convertido que estaba a su lado en otra cruz: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). El apóstol Pablo decía: “Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21). En cuanto a la resurrección de los cuerpos de los creyentes, ésta se efectuará en un abrir y cerrar de ojos cuando el Señor venga a buscar a sus redimidos (1 Corintios 15:52). “No os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza” (1 Tesalonicenses 4:13).
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