Jesús dijo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Juan 6:47 |
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Creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos. Hechos 15:11 |
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El oficial y su sierva (1)
(2 Reyes 5:1-19) Tras una incursión en el país de Israel, los sirios llevaron una tropa de prisioneros; entre ellos había una muchacha. Y Dios quiso servirse de ella para llevar a cabo una maravillosa curación. La niña fue tomada como sirvienta por Naamán, el general del ejército sirio. En esa casa, donde servía humildemente, la joven se enteró de que su jefe tenía lepra. En vez de permanecer indiferente ante la enfermedad de aquel que la había arrebatado a su familia, dijo a su jefa: “Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra”. ¡Palabra audaz, pero llena de fe! ¿Había visto ella al profeta Eliseo curar a un leproso? Sin duda que no, pero ella conocía el poder y el amor de su Dios. Sabía que él desea el bien de todos. Entonces sencillamente dio testimonio del Dios a quien conocía. Después de la curación y del regreso de su jefe, tuvo la alegría de adorar con él a su Dios. Amigos creyentes, a nuestro alrededor, en nuestra casa, en el trabajo o en nuestro barrio hay personas afectadas, como también lo estábamos nosotros, por la enfermedad del pecado. Ellas se encaminan hacia una muerte eterna. Tenemos una buena noticia para anunciarles, pero callamos. ¿Qué esperamos para decirles: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”? (Juan 3:16).
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