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HACIENDO MALETAS
Un día, cansada de todo
decidió abandonar
el mundo de los sentimientos,
quiso que no penetraran más en ella,
pensó que con un leve roce o un sutil eco
le bastaría para comprender a quienes le rodeaba.
Metió en el fondo de una maleta su generosidad,
su sensibilidad, su sinceridad, su pasión,
sus atenciones y consideraciones hacia personas
que no las merecía,
que ni las valoraban ni le correspondían.
Desecho parte de sus miedos,
la impulsividad la tiro por la ventana,
la ilusión la metió en un frasco pequeño
para usarlo en diminutas gotas,
tan sólo cuando hiciera estrictamente falta.
Se propuso llevar la maleta,
ya con peso más ligero,
a un gran laboratorio
donde experimentar con dosis y mezclas
hasta dar con la ecuación casi perfecta,
o tal vez convertirse en una psicópata
a la que nada le importa.
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