No creo que encontremos nada más mágico, que la interpretación del símbolo; desde el mandala, para terminar con uno de los símbolos más ricos en interpretaciones: el círculo. Todos y cada uno de ellos, son la representación misma de la evolución del hombre.
Hoy tocaremos en forma sencilla, el simbolismo de los sueños. Lo que el mito representa para un pueblo, para una cultura o un momento histórico, la imagen simbólica del sueño, la visión, la fantasía o la expresión lírica, lo representan para una vida individual.
Este distingo no establece escisión; muchos sueños han tenido valor premonitorio general. Pero cuando el símbolo o la advertencia concreta conciernen a una esfera más amplia que la particular y subjetiva, nos hallamos ya en los dominios del augurio o de la profecía; leyes simbólicas pueden explicarlos, pero en la segunda puede manifestarse la revelación sobrenatural.
Admitiendo como un supuesto de nuestro tiempo, el concepto psicoanalítico del "inconsciente", aceptamos la ubicación en él de todas las formas dinámicas que dan origen a los símbolos. Esto según la consideración de Jung, para quién el inconsciente es "la matriz del espíritu humano y de sus invenciones".
El inconsciente fue "descubierto", en teoría, de Carus, Schopenhauer y Hartmann y experimentalmente por Charcot, Bernheim, Janet, Freud y otros psicólogos.
Este conocimiento no hizo sino internalizar un dominio que antes se suponía exterior al hombre. Por ejemplo: los adivinos griegos creían que los sueños venían de "afuera", es decir, del mundo de los dioses.
Ahora bien, la tradición esotérica, en correspondencia con la doctrina hindú de los tres niveles, conocía la división vertical del pensamiento en otros tantos: subconciencia (pensamiento de los instintos y de los sentimientos); conciencia (pensamientos de las ideas y de lo reflexivo); sobreconciencia (pensamiento intuitivo y de las verdades superiores).
El interés hacia los sueños y su contenido simbólico viene de la antigüedad, donde, sin estar formulado teóricamente, está implícito que se considera ese fenómeno como una suerte de mitología personal, aún cuando el idioma que utilice en su manifestación sea tan objetivo como el de los mitos colectivos. Los famosos sueños de la Biblia; el libro de Artemidoro de Baldía; los diccionarios interpretativos de origen caldeo, egipcio y árabe, son testimonios de la atención puesta en los sueños como portadores de verdades ocultas concernientes a la vida profunda de la psique y, más raramente de hechos exteriores y objetivos.
El mecanismo de la oniromancia, como el de otras técnicas adivinatorias, estaban basados en la actividad superior del inconsciente ante ciertos estímulos y en la plasmación automática de su conocimiento, no percibido en procesos formales, que luego se "leían" según principios del simbolismo del número, de la orientación, de la forma y del espacio; son fenómenos menos universales.
Ante ellos hemos de volver a destacar el modo como Jung los enfrenta. Dice que una "opinión tan antigua y general demuestra necesariamente que de algún modo tiene que ser verdadera, esto es, psicológicamente verdadera". Explica la verdad psicológica como un hecho, no un juicio, por lo cual le basta la corroboración, sin que sea precisa la demostración.
Existiendo una vasta bibliografía sobre los sueños, no me propongo aquí otra cosa que recordar que constituyen otro de los ámbitos por los cuales se pone el ser humano en contacto con sus aspiraciones profundas, con las leyes del orden geométrico o moral del universo, y también con la sorda agitación de lo inferior. Teilhard de Chardin señala que en los sueños se revelan todos los estratos de la psique, incluso los más hondos.
Y de igual modo que el embrión pasa por los estadios evolutivos de los animales, así llevamos en nuestro interior rastros arcaicos que pueden ser revelados desde los símbolos.
M.R.
existen varias clases de sueños:
* la continacion de los hechos diurnos
* los que sacan a flote los problemas que están en el subconsciente
* los premonitorios o avisos para la persona o para la humanidad |