Vislumbra tu mirada bajo el rocío nocturno la eternidad;
enhebrada con segundos para tejer el dosel de estrellas de un sólo instante.

No te escondas pues tras la fragancia de tu abismo,
porque la nívea estela te sorprende entre gemidos
y guía entre la fértil espesura de tus sentidos
al que explora y está sediento para caer despacio en él,
como pétalos de viento,
y lograr de tu amor la anhelada inmortalidad envuelta en momentos...