Ella no escribía para obtener premios ni para recibir buenas críticas.
De hecho, rechazaba la fama. Ella escribía por si podía ayudarse
a sí misma en el espejo de su verdad, y también por si alguna
Sra. Gorda* la leía alguna vez y recuperaba la esperanza.
No miraba su ombligo. Pretendía encontrar la salida del centro del
laberinto en el que un día se durmió y quiso que crecieran zarzales.
Cuando despertó y su más profundo miedo se cumplió (hay quienes
dicen que suceden estas cosas) se perdió en el laberinto de
su vida y fue haciéndose daño con las ramas en silencio porque
no sentía nada y el terror se apoderó de ella.
Creyó que estaba muerta.
¿Habría alguien allá fuera?
Durante muchos años dio vueltas, cansada y desquiciada por
el laberinto, sentándose, rendida, sin luz ni esperanza.
Se sentía como un fantasma. Ni la brisa la tocaba.
No quiero sentirme así, pensó, harta ya de su propia creación inerte.
Este cuento me ha comido. Tengo que poder salir de él yo misma,
puesto que fui quien creó el principio. Soy una Bella Durmiente Gris,
despierta para toda la eternidad..
Una noche se durmió cansada de luchar consigo misma de tanto
repensar y despertó de un humor distinto, vio un mundo limpio,
donde sentía dolor, supo que estaba viva y quiso sentirse bien.
Comprendió que su forma de ver el mundo y el mismo laberinto
podía cambiarlo todo. Si ella había creado la entrada, también
existiría su salida. Aparecieron opciones.
Rechazó los arañazos, y estos fueron desapareciendo poco a poco.
Descubrió el calor del sol, y dejó que le calara porque el otoño
le fue muy agradable. Lucía mejillas maravillosamente cálidas,
al igual que sus manos, que supieron darle moras como alimento.
- ¡Esto sí que es vida!¡Ya no me siento personaje de cuento!
En cualquier caso, no soy un fantasma.
Anda tranquila en vez de correr y ha cosido su vestido blanco.
Una luz intensa le empieza a cegar los ojos....
Dicen que desde entonces nunca volvió al laberinto, que no para
de escribir y disfrutar de la vida en el mar junto a sus hermanas
las gaviotas, siempre vistiendo el mismo vestido blanco holgado
de satén y que las personas que la pueden ver se sienten plenas
de amor y de paz.
Neskatilla