Las personas han mostrado que en situaciones de desastre se manifiesta una capacidad de respuesta increíble, de unión para compartir y proteger a los damnificados. Vemos lagrimas, nos conectamos en automático con la necesidad de ayudar.

La humanidad ha sufrido grandes desastres como terremotos, erupciones de volcanes, tsunamis, inundaciones, brotes de enfermedades peligrosas etc., que dan lugar a la sensación de compasión. Nos transportan en lo interior a querer ayudar, a amar, a corregir, desear cambiar el sentimiento de dolor por el de alegría, descubrir el vacío que nos ha transportado a la antesala del llanto, y a la vez a la suplica. Esperamos situaciones desesperadas para unirnos, no lo sentimos día a día.

La naturaleza nos está gritando que necesita ayuda. Necesitamos ayudarnos mutuamente, inspirarnos unos a otros, comprometernos todos , con las pequeñas cosas como poner la basura en su lugar, usar el agua con responsabilidad, si fumas pon las colillas de cigarros en lugares seguros, etc. que sumando se cristalizan en grandes acciones y o proyectos con intención de restablecer el equilibrio armónico del mundo en que vivimos.

¿Alguna vez me he preguntado qué puedo hacer hoy para proteger la naturaleza?