
A UN PESCADOR
En buen esquife tu afán madruga, el firmamento luce arrebol; grata la linfa no tiene arruga; la blanca vela roba en su fuga visos dorados al nuevo sol.
Pero prorrumpes en canturía que inculta y tosca mueve a llorar; oigo la ingenua melancolía ¡del que inseguro del pan del día surca y arrostra pérfido mar!
Tímida y mustia por los recelos tu mujercita dirá: -Señor, une las aguas, limpia los cielos; cuida y conduce, por los chicuelos, ¡la navecilla del pescador!
DIAZ MIRON

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