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DESOLADA A Gabriela Mistral
Antes de echar mi cuerpo al ebrio río, muy ebria ya, entré por las abiertas puertas del templo; oí a una rata huir. El atrio era una vieja madriguera. Y le dije a mi Dios, en cualquier parte, que pecar, no pequé, y ni siquiera... Un relámpago atroz iluminó las pocas velas y tronó la iglesia. No supe qué decir, mas las palabras fluían de mis lágrimas, sinceras. Los santos parecían escucharme con esa educación de gente vieja. Y por si ahí estaba, a Dios le dije, que amar, amé. Mis huesos di a las fieras. Jesucristo en la cruz olía a herrumbre. El río me aguardaba entre las piedras. DELFINA ACOSTA
by.gABY
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