Cruzada de noche te encontré enamorada,
surgiendo vestida de piel de sonrisas,
la pauta a un respiro suspendido ante mis ojos,
y la suave melodía emanando de tu mirar enardecida.

La noche se fue diluyendo,
una a una las horas doblegadas al suspiro de tu boca,
una a una, encareciendo los ahogados quejidos,
entrecortando pausados, el trazo modular de la acuarela
que dibujabas, lentamente con las yemas,
en mi horizonte de estepas y montañas.

La mañana convulsiona cualquier esperanza,
la distancia se redujo a nada,
al compás meticuloso de la medida y su ritmo cadencioso.

Nuevamente la alborada de tus besos, cobijaron de flores
tus vocablos amorosos,
y la luz crepuscular me hizo verso dentro de ti,
para llover en la gracia desconsolada,
de tu canto hecho gemido.

Cruzada de amanecer nos envolvió el abrazo,
miradas envolviendo silencios que no requieren de
más letras, ni de acentos, ni de más sonrisas.