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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: La Morocha arg4  (Mensaje original) Enviado: 27/06/2011 15:40

En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera,
yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez,
y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy,
vosotros también estéis.

Juan 14:2-3.





Más que Consuelos: Un Consolador
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        El capítulo 14 del Evangelio de Juan es el de los consuelos. Cuando estaba a punto de dejar a sus discípulos, Jesús quiso prepararlos para su partida, dándoles (y así como a nosotros también) una inagotable provisión de recursos hasta el momento de su retorno. Allí nos muestra que nuestro porvenir es la gloria, la casa del Padre. Él volverá para reunirnos en ella, porque tenernos junto a él es una exigencia de su amor por aquellos a quienes salvó.

       Luego recuerda nuestra relación con el Padre: somos hijos de Dios, lo que nos permite dirigirnos libremente a él, presentándole nuestras peticiones en el nombre de Jesús (v. 13-14). Hay otro recurso prometido por el Señor a los suyos durante el tiempo de su ausencia: una persona divina, enviada por él, se ocupará en su lugar de sus intereses. Es el Espíritu Santo, quien no sólo estará con ellos, sino en ellos. Tener al Consolador mismo es más que recibir consuelos; es la seguridad de que éstos no faltarán nunca.

       También tenemos la Palabra de nuestro Dios. El Espíritu Santo, que nos conduce en nuestras lecturas, nos da el sentido profundo de ellas y nos revela las glorias variadas de la persona de Jesucristo. El Señor igualmente nos comunica su paz (v. 27). “Confiad”, les dice al terminar (Juan 16:33). Yo he vencido este mundo en el cual os dejo.



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