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ALZHEIMER: VIVIENDO EN EL OLVIDO
 
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TESTIMONIOS: HERMANOS ÁLVAREZ TIJERINA
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: EUNICE240  (Mensaje original) Enviado: 03/06/2009 03:48

 

ancianos.jpg picture by EUNICE240

 

 

Mi padre tiene Alzheimer

 

 

 

La vida de los hermanos Álvarez Tijerina, cuidadores de un enfermo de Alzheimer, su padre.

EL DESPERTAR

"Abres los párpados y me observas. Tu mirada está llena de dependencia, de vulnerabilidad, de miedo. Sin pronunciar palabra alguna, me estás inquiriendo: ¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Qué hora es? ¿Qué día? Qué año? ¿Quién soy? Es la mirada propia de una persona que acabara de llegar de un país extraño, o la de alguien que volviera a nacer, como es tu caso, que al abrir los ojos no se acordara de nada.

Retiro la sábana de la cama. Estás muy rígido. Por la delgadez de tu cuerpo se distinguen claramente los músculos de tus piernas, totalmente contraídos. Entramos en el cuarto de baño, te enjuago la boca, no quieres hacer nada más: "Sácame de aquí", gritas malhumorado.

Te llevo hasta la cocina. El desayuno tiene como dificultad lo variable que se ha vuelto tu paladar y tu apetito. De todo te cansas, y a los tres días de servirte lo mismo ya no "entra" y hay que ejercitar la imaginación para encontrar nuevos sabores apetecibles. Hoy no tienes ganas de comer y picas dos trocitos de jamón y un vaso de leche. Una vez terminado el desayuno, vienen los medicamentos, que según el día quieres tomar y otras veces eres incapaz de tragar, por lo que tenemos que buscar alternativas para que los ingieras.

Vamos a la ducha. Generalmente no te desagrada, aunque son demasiadas órdenes para ti: levanta el pie, entra en la bañera, cierra los ojos...A veces te lías y no sabes reaccionar ni seguir nuestras indicaciones.
Una vez lavado y fuera de la ducha, te seco bien y te doy crema por todo el cuerpo, extendiéndola con un suave masaje.

MEDIODÍA

Los días de diario viene un cuidador para sacarte un poco, pero los fines de semana te llevamos nosotros. Te gusta ir al parque, aunque tu caminar se ha convertido en una sucesión de pasitos cortos, a veces rectos, a veces desviados, siempre con la mirada fija en el suelo. Nos sentamos un rato en un banco para descansar, pero parece que no encuentras la postura adecuada, estás inquieto, así que al cabo de un rato volvemos a casa. Un paseo de cinco minutos a paso normal supone uno de media hora contigo.

Toca el almuerzo. Con la comida es repetir la operación del desayuno. Como es fin de semana están los niños, y te sentamos a comer con Marta, la pequeña. No sabemos cuál de los dos es más cabezota con la comida. A las dos cucharadas no quieres más y no hay forma humana de conseguir que tragues.

Después de comer, te duermes como un bebé, y aprovechamos ese ratito para hacer todas las cosas que no nos ha dado tiempo durante el día.

Por la tarde, decidimos estimular tu memoria mostrándote fotos de la familia. Miras con cara de agrado las fotos, las tocas como para reconocerlas mejor, sonríes pero no dices nada. Acercas el álbum a los ojos y parece que reconoces a alguien, pero con cierto enfado lo dejas caer y te quejas de que con esa luz no puedes ver nada. Este es a veces tu único recurso.

Cerramos los álbumes. Tus ojos no han demostrado demasiado sentimiento, ni emoción, ni casi recuerdo, ni conocimiento, y viéndote así tan impotente, se me revuelve el corazón y me sube por la garganta el mismo grito de siempre: ¿Han tenido sentido la alegría, sufrimiento, y el dolor que reflejan estas fotos?

LA NOCHE

Las reuniones te dejan agotado, el parloteo te marea, y casi te agradecemos que nos interrumpas y nos saques a todos a pasear. Después del paseo, la cena. Estamos contentos, parece que te ha entrado hambre a última hora...

Hoy te llevamos directamente a la cama, aunque otros días te quedas un rato delante de la televisión con nosotros, hasta que empiezas a respirar fuerte y entonces te acostamos. Pasamos antes por el baño, limpiamos la dentadura, haces tus necesidades y te acostamos. Una vez tumbado, realizamos contigo unos ejercicios de relajación, también un masaje y cuando empiezas a respirar fuerte te giro hacia tu lado preferido y te dejo descansar.

Entonces empieza la noche, en la que nos turnamos para cuidarte. Varias veces te despiertas, unas veces porque necesitas ir al baño, otras porque no te puedes dormir, antes porque tenías alucinaciones.

Todo esto, tu enfermedad, es muy duro y muchas veces nos desespera la incertidumbre, el miedo. Pero también y a pesar del largo día que acaba de pasar, nos sentimos unidos, sentimos más que nunca que eres parte de nuestra familia, de nosotros, que nos necesitas, que puedes contar con nosotros para cuidarte. Que somos una familia".

 

¡Te amamos papá!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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