Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

AMAS DE CASA DEL MUNDO
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 NOVEDADES 
 GENERAL 
 BIENVENIDOS A AMAS DE CASA DEL MUNDO... 
  
 FENG SHUI 
 PORTALES AMIGOS 
 OFRECIMIENTO DE FIRMAS 
 CRISTINA Y SUS AMIGOS 
 SOLICITA TU FIRMA 
 ESCRIBE TU OPINION DEL GRUPO- 
 MUY INTERESANTE 
 LA ADMINISTRACION- 
 ♥ EL RINCON DE CRIS♥ 
 target="_blank" href="url_del_archivo_css" type="text/css" rel="styleshee 
 ♥EL ESPACIO DE MIS AMIGOS♥ 
 ♥ FUISTE TU♥ 
 ♥ REFLEXIONES♥ 
 20 Consejos para Primavera 
  
 ♥ ENCUESTAS Y TEST♥ 
 ♥ ♥ BESOS♥ ♥ 
 ENTRA AL CHAT 
 Nuestra Capilla Virtual 
 ADVIENTO 2014 
  
  
 Fondos dia de la Madre 
  
 ACA ESTOY 
 ♥ JARDINERÍA ♥ 
 AQUI TUS CARTAS 
 IMAGENES PARA EL GRUPO 
 PORTADA DE LA SEMANA 
  
 SAN VALENTIN 
 BANER DE AMAS DE CASA 
 TODO NAVIDAD ! 
 FELIZ NAVIDAD !!! 
 http://elgritosagrado.com.ar/wp-content/uploads/2019/12/Feliz-2020-wassap-1.gif 
 BAULERA DE CRISTINA 
  
 E 
   
 HISTORIAS DE AMOR -HOY ROMEO Y JULITA 
 DEJA TU COMENTARIO - 
 Entrega de firmas 
 http://xat.com/radio_portal_do_amor 
 Febrero 2020 
 
 
  Herramientas
 
CATEQUESIS: LA SOCIEDAD
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: CRISTINA B  (Mensaje original) Enviado: 15/05/2012 15:26
La sociedad líquida contra el acto de fe.
Nuestros hermanos cristianos en muchos países islámicos fundamentalistas o con fuertes regimenes totalitarios viven situaciones en que creer resulta un acto verdaderamente heróico. Asisten a situaciones que se asemejan a los primeros cristianos en tiempos de las catacumbas. Para ser coherentes con su fe no sólo deben esconderse, sino que están obligados a llevar una conducta totalmente distinta a la que sigue la sociedad que los rodea. El martirio, que para nosotros los occidentales puede parecer algo extraordinario, para ellos se presenta sencillamente como una consecuencia coherente con la fe que profesan.

Para nosotros los occidentales, muchas veces el acto de fe se ha convertido en un acto que queda encerrado en la esfera de lo privado. Creo porque voy a misa, Creo porque bautizo a mis hijos. Creo porque procuro estar bien con todos los demás. El acto de fe se encuentra en la periferia de nuestro ser. No toca ni nuestra mente ni nuestro corazón. O reducimos, quizás por ignorancia, el acto de fe a un acto privado. Benedicto XVI nos dice claramente que el aco de fe debe involucrar a toda la persona, tanto su esfera personal como su esfera pública. “Profesar con la boca indica, a su vez, que la fe implica un testimonio y un compromiso público. El cristiano no puede pensar nunca que creer es un hecho privado. La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con él. Y este «estar con él» nos lleva a comprender las razones por las que se cree. La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree. La Iglesia en el día de Pentecostés muestra con toda evidencia esta dimensión pública del creer y del anunciar a todos sin temor la propia fe. Es el don del Espíritu Santo el que capacita para la misión y fortalece nuestro testimonio, haciéndolo franco y valeroso”.20 Testimonio y compromiso público son las consecuencias del acto de fe, si este acto es realmente verdadero y si nos decidimos a ser coherentes con él. Si el acto de fe, como dice Benedicto XVI, implica el querer estar siempre con Jesús, entonces debo entender que este querer estar con Jesús significa que quiero estar con él no sólo en la Iglesia, o en el silencio de mi cuarto cuando rezo en rosario, sino que quiero estar con Él cuando salgo a la calle, cuando estoy en mi trabajo, cuando me divierto, cuando estoy conectado en el Internet o chateo con mis amigos o los veo por facebook. Como consecuencia, iré por la calle y me comportaré como cristiano, en mi trabajo trataré de desarrollarlo de acuerdo a lo que me piden las leyes civiles si son justas, además de que trataré de poner en práctica lo que me pide Jesús en el trato con mis compañeros de trabajo. Con mis amigos, con mis parientes, en mis ratos de diversión trataré de comportarme como cristiano, llevando a Cristo a todas partes y comportándome como si Él me viera, como si Él estuviera a mi lado. Hacer el acto de fe no se reduce al sentimiento, lo hemos dicho, sino que debe traducirse en obras, en acciones, porque llevo a Jesús en todas partes.

La cultura líquida en la que vivimos muchas veces nos va impidiendo ser consecuentes son nuestro acto de fe, especialmente en la sociedad. Nos dice que debemos respetar a otras religiones, a las personas que piensan distinto de nosotros o a las personas que no son creyentes. Y para respetarlas, para no herir sus sentimientos, hay que evitar toda manifestación externa del acto de fe, desde el llevar indumentaria que tenga que ver con la religión (el velo para las musulmanas o el velo para las monjitas) hasta quitar de los lugares públicos signos religiosos, como el crucifijo o nombres de las calles, pueblos o ciudades que recuerden a santos o a epopeyas de la vida cristiana. Y todo ello para no ofender a los que creen diversamente o no creen. El error de la cultura líquida está basado en la ley errónea del individualismo. Para ellos no existe la posibilidad de valores comunes y, enarbolando la bandera de las minorías nos presentan como un atropella a la individualidad aquellos valores personales o sociales. Según ellos, como nadie puede impedir nada a nadie, entonces es mejor callar y sacar de circulación toda manifestación externa de la fe. Es una postura que poco a poco va ganando terreno en occidente. La consecuencia es la lógica renuncia a ser coherente con el acto de fe y reducir el cristianismo a la esfera de lo individual.

Para que el acto de fe sea completo y coherente, nos dice el Papa Benedicto XVI es necesario dar testimonio y llevar a cabo una misión dentro de la Iglesia. No se trata de propagar a los cuatro vientos mi calidad de cristiano, pero sí de vivir como cristiano buscando dar ejemplo a los demás. Y este “los demás” incluye un campo amplísimo, desde la escuela, la Universidad, el trabajo el club deportivo o social que frecuento. Desde mis amistades más íntimas, hasta los encuentros fortuitos por la calle. Comportarme como cristiano puede ir muy en contra de aquello que la sociedad líquida está promoviendo como una falsa tolerancia. Para el habitante de la cultura tecno – líquida, todo aquello que no nazca de la espontaneidad, es algo forzado y retenido como poco genuino del hombre. Para el hombre tecno-líquido no existen valores fundamentales que puedan guiar toda la vida, pues todo está en continuo cambio, pues nada es eterno ni durable. Un valor por tanto no puede ser motor generador de un cierto estilo de vida, ya que estaría coartadno, según ellos, la libertad de amoldarse y adecuarse a los constantes cambios que caracterizan a mundo. Se da entonces lo que Joseph Ratzinger llamó la dictadura del relativismo: “A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse «llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina», parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos”.21 Por tanto, el llevar el acto de la fe a todos los estratos de la vida es considerado como una actividad fundamentalista, algo que quita espontaneidad al hombre porque se programa para hacer algo o aquello en base a un valor ya definido en precedencia.

Este hecho nos lleva a pensar en un último obstáculo que la cultura tecno-líquida está imponiendo contra la fe. Se trata del problema de la libertad. El ser coherente con la fe, implica, como hemos venido diciendo en este capítulo, la posibilidad de que todas las acciones de la persona queden permeadas de esta fe, de esta adhesión cordial a los contenidos de la fe, que para el cristiano se reduce a Jesucristo. Cuando la persona hace un acto de fe, que en nuestro caso es hacer el acto de fe en la persona de Jesucristo, no se reduce simplemente a pensar que Jesucristo es el Hijo de Dios.22 Esta fe hemos estado explicando, lleva a la persona a una transformación de vida. Esto es posible ya que el hombre tiene la capacidad de elegir, de optar entre varias posibilidades y llevar dicha opción a todos los ámbitos de la vida. La capacidad de elegir no reduce la libertad de la persona, sino que la engrandece, ya que cada acción libre debe ser el reflejo de la opción fundamental, de una posibilidad que se ha elegido en precedencia. Quien elige abrir una puerta entre muchas que se le presentan, no podrá estar añorando el no haber abierto antes otras puertas. Por eso decimos que la libertad en el pasado obliga a una elección en el presente y libera el futuro, ya que ha sido también elegido en precedencia. Se es libre porque se ha podido elegir una opción entre otras muchas y se ha querido ser coherente con dicha opción.

Si lo aplicamos al acto de fe, quien cree que Jesucristo es el Hijo de Dios, opta por esta verdad y por todas las consecuencias que ello implique, en su vida personal y en su vida pública. Frente a una opción que la vida le presente como puede ser el hacer trampa en un negocio o el llevarlo a cabo con honradez; o el copiar en un examen en la Universidad o no; el vivir la fidelidad en el matrimonio o la traición, la fe tendrá un lugar importante en la decisión. Si libremente se ha elegido creer y seguir a una persona, libremente se debe ser consecuente con esta libertad ejercida. La libertad nos da la posibilidad de elegir lo que hemos visto con la inteligencia y queremos seguir con la voluntad. Ella, la libertad, pone en marcha una serie de mecanismos para que después de haber visto con la inteligencia, un bien, la voluntad se mueve a conseguir ese bien, eligiendo unos medios para conseguirlo y descartando otros. Se da por tanto la libertad de elección y la libertad de ejecución. Es libre quien es consecuente con lo que ha elegido y decidido previamente y no quien cambia continuamente y se hace entonces esclavo de aquello que le impide ser coherente con su elección primera.

La cultura tecno-líquida concibe la libertad en una forma muy diversa oponiéndose a las consecuencias del acto de la fe. Para el hombre tecno-líquido no hay nexos o lazos fuertes. Todo, entre las personas se deja, como leíamos antes en Josph Ratzinger, a la medida de su propio yo y de sus antojos. La persona tecno-líquida se constituye en el centro del universo, de su universo y por loa tanto no establece relaciones fijas ni estables con nada ni nadie, porque todo depende del momento, del antojo, del gusto. Todo depende del instinto o de la pasión del momento. El acto de la fe, por la estabilidad que comporta y por las consecuencias a largo plazo que conlleva, se opone en proporción directa a la pseudo-libertad proclamada por los tecno-líquidos. Todo lo que sujeta la libertad del momento, según ellos, es considerado como fundamentalista.

Una vez conocidos los principales aspectos que comporta el acto de fe y la forma en que la cultura tecno-líquida se opone a ella, podemos pasar a analizar específicamente el acto de fe en la persona de Jesucristo y las dificultades que ello conlleva en nuestros días.



PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL O TALLER EN EQUIPO

¿De qué manera puedo ponerme en contacto con la Palabra de Dios?
¿Cuáles pueden ser las mejores disposiciones para ponerme en contacto con la Palabra de Dios?
¿Qué entiendo yo por el corazón de una persona?
¿Por qué podemos caer fácilmente en un sentimiento religioso y no en un verdadero acto de fe?
¿Cuáles son los peligros de caer en un mero sentimiento religioso?
¿Cuáles son las falsas esperanzas en las que yo o la comunidad en la que vivo, hemos puesto nuestra esperanza de vida?
¿Puedo decir que esas esperanzas me llevan a vivir las realidades últimas de mi existencia o me hacen vivir rodeado sólo de sucedáneos de la esperanza?
¿Puedo decir que he hecho verdaderamente una experiencia de la Palabra porque me he dejado transformar por ella?
¿Qué obstáculos encuentro en mi persona que no me dejan transformarme en lo que me pide la Palabra?
¿Soy coherente en sociedad con la fe que profeso en privado?
¿Por qué me falta más coherencia para expresar mi fe en sociedad?
¿Qué aspectos de mi vida social tendría que cambiar para ser coherente con la fe que profeso?
¿Cómo ejercito mi libertad en el acto de fe?
¿Puedo decir que soy una persona verdaderamente libre o más bien esclava de mis pasiones, de mis gustos, de lo que el mundo me presenta a cada instante, traicionando de esa manera mi fe y mis convicciones?



NOTAS
1 “Una cultura meramente positivista que circunscribiera al campo subjetivo como no científica la pregunta sobre Dios, sería la capitulación de la razón, la renuncia a sus posibilidades más elevadas y consiguientemente una ruina del humanismo, cuyas consecuencias no podrían ser más graves”. Benedicto XVI, Discursos, 12.9.2008.
2 “La religión del pueblo latinoamericano es expresión de la fe católica. Es un catolicismo popular, profundamente inculturado, que contiene la dimensión más valiosa de la cultura latinoamericana. Entre las expresiones de esta espiritualidad se cuentan: las fiestas patronales, las novenas, los rosarios, y via crucis, las procesiones, las danzas y los cánticos del folclore religioso, el cariño a los santos y a los ángeles, las promesas, las oraciones en familia”. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida, documento final, Epiconsa – Paulinas, Lima 2007, nn. 258 y 259.
3 Benedicto XVI, Motu proprio Porta Fidei, 11.10.2011, n. 1. Por la belleza y claridad de la exposición, es conveniente que leamos el primer número de este documento, en dónde Benedico XVI nos hace un resumen de lo que es la fe. “«La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el bautismo (cf. Rm 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en él (cf. Jn 17, 22). Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo– equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor”.
4 Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Dei verbum, 18.11.1965, n. n. 25
5 “El Sínodo ha vuelto a insistir más de una vez en la exigencia de un acercamiento orante al texto sagrado como factor fundamental de la vida espiritual de todo creyente, en los diferentes ministerios y estados de vida, con particular referencia a la lectio divina.” Benedicto XVI, Exhortación apostólica postsinodal Verbum domini, 30.9.2010, n. 86.
6 Misal Romano, Ordenación de las lecturas de la Misa, 4 y 9.
7 “El encuentro con las manifestaciones visibles del amor de Dios puede suscitar en nosotros el sentimiento de alegría, que nace de la experiencia de ser amados. Pero dicho encuentro implica también nuestra voluntad y nuestro entendimiento. El reconocimiento del Dios viviente es una vía hacia el amor, y el sí de nuestra voluntad a la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el acto único del amor”. Benedicto XVI, Carta encíclica Deus caritas est, 25.12.2005, n. 17.
8 Benedicto XVI, Motu proprio Porta Fidei, 11.10.2011, n. 10.
9 “Comenzamos indicando que, en el resquebrajamiento de las estructuras y seguridades antiguas, la actitud de fondo de los monjes era el quaerere Deum –la búsqueda de Dios. Podríamos decir que ésta es la actitud verdaderamente filosófica: mirar más allá de las cosas penúltimas y lanzarse a la búsqueda de las últimas, las verdaderas. Quien se hacía monje, avanzaba por un camino largo y profundo, pero había encontrado ya la dirección: la Palabra de la Biblia en la que oía que hablaba el mismo Dios. Entonces debía tratar de comprenderle, para poder caminar hacia Él”. Benedicto XVI, Discursos, 12.9.2008.
10 Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Ecclesiæ in Europa, 28.6.2003, n. 10.
11 Mihàly Szentmártoni. IN cammino verso Dio, Riflessioni psicologico – spirituali su alcune forme di esperienza religiosa, Edizioni San Paolo, Milano 1998, p. 46 – 47.
12 Catecismo de la Iglesia Católica, n.143
13 Benedicto XVI, Motu proprio Porta Fidei, 11.10.2011, n. 10.
14 Sa. Gregorio, Hom. 29 super Evang.: ML 76, 1214.
15 Antonio Royo Marín, Teología de la perfección cristiana, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 2008, p. 112 – 113.
16 De Sp. Sancto, 9, 23 (SCh 17,328) en Luis F. Ladaria, Teología del pecado original y de la gracia, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1993, p. 153 – 154.
17“Gracias a la inteligencia se da a todos, tanto creyentes como no creyentes, la posibilidad de alcanzar el « agua profunda » (cf. Pr 20, 5). Es verdad que en el antiguo Israel el conocimiento del mundo y de sus fenómenos no se alcanzaba por el camino de la abstracción, como para el filósofo jónico o el sabio egipcio. Menos aún, el buen israelita concebía el conocimiento con los parámetros propios de la época moderna, orientada principalmente a la división del saber. Sin embargo, el mundo bíblico ha hecho desembocar en el gran mar de la teoría del conocimiento su aportación original. ¿Cuál es ésta? La peculiaridad que distingue el texto bíblico consiste en la convicción de que hay una profunda e inseparable unidad entre el conocimiento de la razón y el de la fe. El mundo y todo lo que sucede en él, como también la historia y las diversas vicisitudes del pueblo, son realidades que se han de ver, analizar y juzgar con los medios propios de la razón, pero sin que la fe sea extraña en este proceso. Ésta no interviene para menospreciar la autonomía de la razón o para limitar su espacio de acción, sino sólo para hacer comprender al hombre que el Dios de Israel se hace visible y actúa en estos acontecimientos. Así mismo, conocer a fondo el mundo y los acontecimientos de la historia no es posible sin confesar al mismo tiempo la fe en Dios que actúa en ellos. La fe agudiza la mirada interior abriendo la mente para que descubra, en el sucederse de los acontecimientos, la presencia operante de la Providencia. Una expresión del libro de los Proverbios es significativa a este respecto: « El corazón del hombre medita su camino, pero es el Señor quien asegura sus pasos » (16, 9). Es decir, el hombre con la luz de la razón sabe reconocer su camino, pero lo puede recorrer de forma libre, sin obstáculos y hasta el final, si con ánimo sincero fija su búsqueda en el horizonte de la fe. La razón y la fe, por tanto, no se pueden separar sin que se reduzca la posibilidad del hombre de conocer de modo adecuado a sí mismo, al mundo y a Dios. No hay, pues, motivo de competitividad alguna entre la razón y la fe: una está dentro de la otra, y cada una tiene su propio espacio de realización”. Juan Pablo II, Encíclica Fides et ratio, 14.9.1998, nn. 16 y 17.
18 Benedicto XVI, Carta encíclica Deus caritas est, 25.12.2005, n. 1.
19 “Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación”. (Rom 10, 9 – 10).
20 Benedicto XVI, Motu proprio Porta Fidei, 11.10.2011, n. 10.
21 Josph Ratzinger, Homilía en la Misa pro eligendo Pontifice, 18.5.2005.
22 El acto de fe en la persona de Jesucristo lo explicaremos con mayor detenimiento en el siguiente capítulo.







Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados