y se instaló en el tiempo
durmiendo, primero en mantillas
y después, creciendo como el viento.
Mírame y háblame de amor,
deja que lea tus versos
que tenemos un ayer y un hoy
que andaremos juntos, al calor.
Y el reloj se paró en aquel bar
donde nos olvidamos de los demás
y perdidas entre la gente
eramos dos... nadie más.
Miré tus ojos azules
y me dijeron mucho más que tú,
me hablaron de amor, de deseo,
de la ternura a la que tú hueles.
Y a pesar de ser un día sombrío
el cielo se vistió de azul,
se fueron las sombras, el vacío
y nacieron estos versos para tu baúl.
Tal vez nos parecemos un poco
y nos cuesta expresar lo que sentimos,
quizá por eso me gusta leer tus versos
y escribir para ti los míos.