ELEGIR MI PAISAJE 
Si pudiera elegir mi paisaje  de cosas memorables, mi paisaje  de otoño desolado,  elegiría, robaría esta calle  que es anterior a mí y a todos.    Ella devuelve mi mirada inservible,  la de hace apenas quince o veinte años  cuando la casa verde envenenaba el ciclo.  Por eso es cruel dejarla recién atardecida  con tantos balcones como nidos a solas  y tantos pasos como nunca esperados.    Aquí estarán siempre, aquí, los enemigos,  los espías aleves de la soledad,  las piernas de mujer que arrastran a mis ojos  lejos de la ecuación de dos incógnitas.  Aquí hay pájaros, lluvia, alguna muerte,  hojas secas, bocinas y nombres desolados,  nubes que van creciendo en mi ventana  mientras la humedad trae larnentos y moscas.    Sin embargo existe también el pasado  con sus súbitas rosas y modestos escándalos  con sus duros sonidos de una ansiedad cualquiera  y su insignificante comezón de recuerdos.    Ah si pudiera elegir mi paisaje  elegiría, robaría esta calle,  esta calle recién atardecida  en la que encarnizadamente revivo  y de la que sé con estricta nostalgia  el número y el nombre de sus setenta árboles. 
  
  
 
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