UN LUGAR PINTORESCO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES - AMIGOPARASIEMPRE

En uno de los más pintorescos edificios de la ciudad de Buenos Aires

se encuentra oculto un verdadero tesoro.

Una nueva actividad se suma a la interminable lista del legendario Carlitos.

En la siempre vigente ciudad de Buenos Aires, el Club de Pescadores se alza imponente al final de un muelle que se interna más cien metros en el río. El edificio se considera Monumento Histórico Nacional. Fue construido en 1903 y luego fue completamente remodelado a comienzos de los años '30 emulando la fachada de un antiguo castillo belga.

Pasado el edificio, se descubre otro muelle, esta vez de 512 metros, que fue construido no sólo para la pesca, sino como acompañamiento de los salones del edificio, con fines sociales, ya que en él se puede disfrutar de la brisa y del sol alejados del ruido y el clima de la ciudad.

Entre los socios más asiduos del club se encontraba José Razzano, guitarrista de Carlos Gardel. Era fanático tanto de la pesca como de las reuniones sociales que se daban en el club y sin mucho esfuerzo logró convencer al tanguero de que obtuviese su propia membresía.

Gardel se hizo socio del Club de Pescadores en dos ocasiones, ya que su primera membresía, gestada en enero de 1930, fue dada de baja en 1932 por morosidad. Resultó que debido a sus viajes por Europa, había dejado de pagar las cuotas. Luego, fue reincorporado y en su ficha figuran pagas todas las mensualidades hasta 1935, donde se cita: "Dado de baja por fallecimiento".

Muchas anécdotas se cuentan de él; que fue visto paseando con ésta o aquella dama por el muelle en asoleadas tardes de verano, que a veces se le encontraba entre las colecciones de cañas pensativo y que era apasionado jugador de cartas.

Es un hecho que pagó la cuota inicial de membresía al contado -cosa poco común en la época, ya que el club era muy exclusivo y los precios eran altísimos- y que cuando se impulsó la colaboración para reformas también aportó una suma importante.

Esta faceta poco conocida de Carlos Gardel encierra sin embargo un gran misterio: de aquellos años que él pasó visitando el club y compartiendo sus tardes con otros miembros, nadie recuerda haberle visto jamás empuñar una caña de pescar.