LO SABÍA
Eras mucha mujer para mi, 
demasiada mujer para mi, 
yo lo sabía, lo sabía,
que eras mucha mujer 
para mi. 
¡Con enjundia mis ojos 
te abrazaban!
¡Con enjundia mi corazón 
las más elevadas 
montañas escalaba!
¡Con enjundia, con enjundia 
el suspiro en mi sonrisa 
el rostro 
del beso pincelaban!
y un temor, 
un temor de esos 
que hacen acrobacia 
con los sueños 
me movía drásticamente 
la almohada.
La tristeza 
me embarro sus penas, 
y ese amor, ese amor, 
ese amor que adiestraba 
al eco, me hizo saber 
que las manecillas del destino 
son mazos que inculcan 
lamentos en la garganta 
cuando la suerte cambia.
Yzmmael RuTi

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