|   EL NUEVO YERNO del 2009
 Un muchacho, tocó a la  puerta de la casa de su novia. Tuvo el tino de abrir el Padre de la  muchacha
 
 - ¿Qué desea, jóven?
 
 - Pues, verá usted, vengo a  hablar con usted.
 
 - Bueno, pues, pase jóven, vayamos a la sala y  ahí me cuenta de qué quiere hablar conmigo.
 ¿Y bien?
 
 El jóven,  todo decisión, respondió:
 
 - Mire usted, vengo a comunicarle que a  su hija y a mí nos gustaría compartir nuestras
 vidas, nos queremos  casar.
 El señor sonrió.
 
 - Pues está muy bien eso de que se  casen, pero cuénteme, muchacho, ¿ya cuenta con
 un salario digno para poder  sustentar a mi hija y los hijos que vengan?
 El jóven, con todo el  aplomo del mundo, contestó:
 
 - Mire, aunque soy Ingeniero titulado,  no gano mucho. Sin embargo, su hija me ha
 comunicado lo que ganan su  distinguida esposa y usted. Por lo cual, confío en tener una  pequeña ayuda  de ustedes para poder pagar el teléfono, el agua, la luz y el  supermercado.
 Un poco sorprendido por la respuesta, el Padre, hizo  otra pregunta:
 
 - Bueno, ¿y piensan comprar un departamento o una  casa? ¿O prefieren rentar..?
 
 El jóven, con mirada inocente,  contestó:
 
 - Si antes le pedí una pequeña ayuda para poder ir  viviendo, hemos pensado que, como
 esta casa es muy grande y pueden vivir  perfectamente dos matrimonios, no es necesario  comprar o alquilar  departamento o casa. Deseamos vivir en esta casa con ustedes.
 El  señor, desconcertado por la actitud del muchacho, continuó con el  interrogatorio:
 
 - Dígame algo, ¿tiene automóvil?
 
 El  jóven, sonriendo, respondió:
 
 - Mire, no tengo coche porque he  estado pensando que si usted tiene tres, para qué vamos
 a comprar uno más.  Usted nos deja el que les sobra y así no es necesario adquirir  otro.
 En ese instante, entró en la sala la Madre de la novia,  quien, mirando primero al jóven y luego
 a su esposo, preguntó cordialmente:
 
 - ¿Se puede saber de qué hablan?
 
 El esposo  respondió:
 
 - Querida mía, qué bueno que llegas, quiero presentarte  al Señor Arbitro, quien
 pretende ser el futuro marido de nuestra  hija..
 El jóoven, desconcertado y molesto, inquirió:
 
 - Oiga,  ¿por qué me llama Señor Arbitro?
 
 A lo que el presunto suegro  reviró:
 
 -Y bueno, grandísimo hijo de puta, ¿cómo demonios  quieres que te llame si hasta ahora lo
  único que vas a poner en esta casa es el pito?  
 
 
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