Recuerdo momentos cuando he perdido la confianza, terminando herido y desencantado. He aprendido de esas experiencias y usado mi poder discrecional para escoger dónde y en quién pongo mi confianza. Confío en las personas fiables en mi vida, así como la constancia e integridad me hacen merecedor de que ellos depositen su confianza en mí. La confianza que tengo nace de mi fe.

Actúo para fomentar esa confianza siguiendo mi guía interna, sabiendo que mi sabiduría interior dirige mis pasos infaliblemente. Sin dudar, pongo mi confianza en Dios y abro mis ojos y oídos espirituales para ver y escuchar el sendero a seguir. Sé que todo está en orden divino y que siempre tengo lo que necesito. Confío en Dios y hago mi parte.

Confío en la oración cuando busco consuelo y solaz, especialmente en tiempos de pérdida y aflicción. Si dicha pérdida se refiere a un empleo, a una relación o a un fallecimiento, soy gentil conmigo mismo mientras proceso mi pena. Mi mente y mi corazón pueden buscar el porqué. Tal vez nunca lo sepa, mas encuentro consuelo en mi Cristo morador, y me sé bendecido.

Me siento seguro siendo quién soy mientras proceso mi pena. Si necesito llorar, lo hago libremente. Como sea que exprese mis emociones sobre las transiciones de mi vida, el amor divino me envuelve. Al aceptar el cambio y la pérdida, emerjo de mi experiencia confiado y fuerte, sabiendo que Dios es en todo como un todo.

¿Cuándo me siento vibrantemente vivo? Hacerme esa pregunta de manera abierta y con curiosidad me permite descubrir mi propósito. Tomo tiempo para contemplar esta pregunta profundamente, prestando atención a todo lo que llega a mi mente. Imágenes de personas y de situaciones pueden comenzar a surgir. Presto atención a las emociones y los sentimientos que empiezan a emerger.

Mis sentimientos y emociones me dan pistas poderosas. ¿Me siento emocionado? ¿Mi energía se aviva? Tal vez sienta un profundo sentimiento de calma mientras decido la pertinencia y procedencia de un impulso. Acojo los sentimientos como una señal de mi espíritu interior de que siga el llamado de mi corazón.