Quebraste el cristal de mis suspiros
la noche en que gritaban mis alegrías,
y en tus versos mis pasiones escondidas
las robaste, sin pensar cuanto me herías.

Fue cayendo mi inocencia en tu falsía
descubriendo en tus impulsos las mentiras,
mientras que yo, que casi te creía,
iba sintiendo el despertar en mis pupilas.

¿Qué?...¿Me amaste?
¿Ama aquel que no respeta sentimientos
sabiendo que jamás entregaría,
esa ternura que brota en el silencio,
mientras tenías tus manos en las mías?

Arañaste los tejidos de mi alma,
sin pensar en el cariño que existía,
deshojando esta rosa ya marchita
que esperaba ser regada por la vida.

Vete ya, lejos de mi pensamiento
no te atrevas a volver por otras horas,
aunque te excuses dejarás, en mí, lamento
que tal vez pueda ahogarlo en otras olas.

Hoy, lagrimean en mis ojos los rezagos,
al saber que no fue una la oveja expiatoria,
sino aquellas que te ofrecieron sus brazos
mientras que tú, las manchabas con tu gloria.