La vida no es de un sólo color, cada día amanece de un tono diferente.

 

 

 Hace unos días todo era color gris, con tintes oscuros y tristes.

 

 

 Hoy el ambiente es cálido, alegre, lleno de luz y cantos de aves.

Así como los días no son iguales, la vida tampoco lo es.

 

 

En ocasiones nuestra existencia se tiñe de tonos opacos

 

 

y en otras oportunidades de colores vivos. Para fortuna de los seres humanos,

 

 

 nuestra vida no se mantiene como un cuadro que ya ha sido pintado:

 

 

 inerte y sin oportunidad de cambiar. Es como una sucesión de colores,

 

 

 unos tras otros. Pero algo no cambiará nunca, la actitud del "pintor",

 

 

es decir, la postura de cada uno de nosotros ante lo que esté sucediendo con nuestros días.

 

 

La vida no es color rosa, porque si así lo fuera, perderíamos las enormes oportunidades que nos presentan la existencia para crecer,

 

 

 

 para ser mejores seres humanos. Pero tampoco es color carmín, no cargada de sufrimiento ni pesadez,

 

 

 

sino de múltiples ocasiones de entrar en contacto con lo más humano que tenemos: darle sentido al dolor.

 

 

El hombre es el único ser sobre la tierra capaz de encontrar un sentido a los momentos más difíciles por los que pasamos.

 

 

Ningún otro ser tiene tal capacidad, ya que la flor no le da sentido al significado que tiene cuando es entregada como signo de amor,

 

 

 

 ni los animales llegan comprender el sentido de su "sacrificio" al ser cojida para alimentación de  las personas.

 

 

 

 El ser humano es el único capaz de ver el aprendizaje que deja cada aspecto de la vida.

 

Por eso mismo, aprovecha, disfruta, vive, experimenta todo aquello que hará de ti una mejor persona... incluyendo los momentos difíciles.