TEMPLO DE AMOR

En delirante espera,
aguardo tu llegada,
mujer sedienta,
prisionera fiel de tus abrazos,
cautiva de tus deseos,
en la intimidad de mi geografía
y con la punta de mis dedos,
voy recorriendo la senda
que habrás de poseer.

Como fiel devota,
preparo mi templo de amor,
velas encendidas, irradian luz intensa
al ritmo de mi pasión.
La senda a recorrer, aguarda
iluminada cadenciosamente
por tu cirio encendido,
vibrando impaciente
con brillo seductor.

Flores exóticas y velas perfumadas,
inundan con su fragancia
el altar, que anhelante,
espera la llegada
de los fieles amantes,
al rito de la pasión.
Gentil me conduces a tu altar,
cobijándome en el fuego
de tu llama ardiente.

Tu lengua ansiosa
recorre cavidades,
exigiendo respuestas,
que no se hacen esperar.
Nuestros sentidos se impregnan
de fragante olor sexual,
que hacen explotar,
oleadas de calor intenso
que amenaza con desbordar,
la sed de mi alma.

Bajas a mi río,
y como siervo sediento
te prendes de mi manantial,
La flama de tu cirio ardiente
espera mi llegada.
Como fiel devota,
me apresto a recibirlo.
con besos entrecortados,
apagar deseo, la flama de tu amor.

Bebo sedienta,
y con ansia insatisfecha
demando, ¡Más y Más!.
Sentidos desbocados,
cabalgan en nuestro interior,
tus dedos febriles
entran a mi templo de amor,
hurgando ansiosos,
trémulos, delirantes
saciar mi pasión.

Mis manos aviesas
recorren tus caminos,
mis dedos enardecidos
buscan con ansiedad,
explorar cada rincón,
bebiendo con pasión,
esta fuente inagotable
¡De tu bendito amor!.
Mi templo abre de par, en par,
cual ala de mariposa
disfrutando el volar
en franca libertad.

Tus senderos se inquietan,
y el destino de tus dedos
al recorrer mi geografía,
¡Llegá a su final!.
Respiro tu olor prohibido
de macho sensual,
mi fuente caliente recibe
el néctar de tu savia
que inunda salvaje
mi manantial.

Tu piel caliente,
al sentir mis labios
posarse exigente,
hace brotar de lo más profundo
de tu alma, gemidos de placer,
tu fuente de ambrosia,
sacia la sed mía.

Mi mente se nubla,
mis sentidos frenéticos
se desbocan,
haciendo explotar de mi interior,
marejadas que ondulan,
sensuales,
en la cadencia
de tu ardiente deseo.

Tu

¡Mi cirio encendido!

Yo

¡Tu templo de amor!